martes, 27 de diciembre de 2011

CHE



CHE

Tu estrella fue creciendo, compañero,
para alumbrar mi vida.
Te fui amando despacio
descubriéndote a tientas
oyendo y desoyendo la leyenda
y haciendo con mis manos
la verdadera historia del hombre irrepetible.
Amado hasta la muerte
y después de la muerte
multiplicado en cada corazón sencillo.
Y vi como tus huesos surgían refulgentes
del barro del olvido
que se hizo arcilla fértil
para poblar de sueños la infinita vasija
del pueblo maniatado.
Creciste, comandante, como un sol gigantesco
que entibió cada pecho.
Y organizó este caos.
No pudieron con vos
ni la mentira ni la desmemoria
ni pudieron las balas asesinas.
Tu fuego visceral las fue cremando
mientras te alzabas como una cordillera.
Hoy mis hijos te nombran y se asombran
del coraje y de la entrega plena.
Hoy mis hijos te quieren.
Y siguiendo tu huella
van a llegar por fin
al hombre nuevo.

©Olga Liliana Reinoso

viernes, 23 de diciembre de 2011

ROMANCE INFANTIL



Un palacio solariego
fue la casa de mi infancia
del cual sobrevive en mi alma
su frescura y su fragancia.
Aquel jardín encantado
donde mi niñez princesa
compartía horas con duendes
que surgían de las cepas.
Un camino al infinito
con ramas entrelazadas
me cubría de las lluvias
y de las personas malas.
Yo viví en un paraíso
con mis padres sacrosantos
todo era de azul perfecto
no existían sobresaltos.
Aunque era una niña sola
-no tenía mis hermanos-
mi imaginación frondosa
siempre me hubo acompañado.
Puntuales, los Reyes magos
cumplían todos mis sueños
mayo vestía de fiesta
para mi seguir creciendo.
Aprendí de los silencios
del atardecer campero
y la llanura infinita
me dejó su laxo beso.
Fui una niña solitaria
fui feliz con mis ideas
y preservo de aquel tiempo
toda la buena madera.
Después fue pasando el tiempo
y reconocí el engaño
descubrí que mis sentires
sólo eran recuerdos vagos.
De aquella niña sumisa
me convertí en amazona
la vida fue un cachetazo
y yo rodé por la lona.
A mi ternura creciente
la envolví con siete velos
para que nadie supiera
el tamaño de mi miedo.
©Olga Liliana Reinoso

jueves, 22 de diciembre de 2011

NATIVIDAD



Estupor de vivir
en eclipse de amor
opacidad de seres
que oscurecen el sol
y no hay ángel ni dios
que nos pueda guardar.
La soledad humana es el estigma
pero es también la reivindicación.
Buscarse y encontrar
en la turgencia de la sangre
un glóbulo de luz
algún refugio.
Si el universo estallara
ante la esquirla fatal
de una palabra
el beso primigenio
lo reconstruirá.

©Olga Liliana Reinoso

martes, 20 de diciembre de 2011

INFIERNO I y II



Estos tres días que faltan
son la antesala del infierno
después comprobaré
si el fuego quema o petrifica.


Hoy el día amaneció
color sangre
el dedo del amanecer
apuntó justo al corazón
pero la bala
suspendida en el aire
espera la orden final
o la respuesta salvadora.

tecnology

CELULAR

Llegaste hasta mis brazos
como un recién nacido
con toda mi ignorancia
en posición fetal.
Yo, madre primeriza
no entendía tus señales
temblaban tus sonidos
y me hacían temblar.
Despacio, paso a paso
fui abriendo tus secretos
mi risa se hizo franca
al poder descifrar
tu llanto sostenido
tus primeras palabras
los mensajes deseados
que me hacían gozar.
Hay quienes te detractan
quienes no quieren verte
le temen al progreso
a su aluvión voraz.
Pero yo he descubierto
tu magia y tus encantos
la feliz aventura
de poder conversar
con los seres amados
por lejos que se encuentren
tu minúsculo cuerpo
me los trae hasta acá.
Por eso te defiendo
te llevo a todos lados
te cuelgo de mi cuello
como un corazón más.
©Olga Liliana Reinoso

MINOTAURO

El minotauro hermafrodita
me mira con ojos desmemoriados.
No le importa quién soy:
ni Ariadna, ni Teseo
ni siquiera los jóvenes del sacrificio.
Soy su hija.
Y ella mi madre toro:
me parió para eternizar el suplicio.
Ahora es inimputable
su cabeza sólo retiene olvidos
pero cada cornada
cada coz en mi cuerpo
son una llaga intermitente
que no para de gritar.
Me duele no quererla
tanto como no haber sido querida.
Tuve que tejer mi propio hilo
armarme hasta los dientes
para extirpar mi maltumor.
No comprendieron
-los demás nunca comprenden-
no pueden ver el cristal de mi alma hecho añicos.
Una culpa agusanada trepa por mis ramas
me ahoga, me mancha
temo que Minos se enfurezca
y arroje mis raíces al abismo
antes de abandonar el laberinto.
©Olga Liliana Reinoso

























IRONÍAS OCTOSÍLABAS

Es dulce como el arándano
me habla en un idioma extraño
comentan que es castellano
pa`mí le han hecho algún daño.
Tiene un entusiasmo a ultranza
se prende en toda tarea
y no para de insistir
aunque se la vea fulera.
tiene waterproof el alma
por eso se fue a la mar.
©Olga Liliana Reinoso – La Pampa, Argentina

Payada del que se fue

El poder mata y destruye
corrompe el cuerpo y la mente
hace caer a la gente
en una trampa mortal.
Él se subió a un pedestal
que lo transformó en demente.

Por eso sabe fulero
el gusto de la derrota
o es que no tiene pelotas
para aceptar que ha perdido
entonces pega alaridos
porque quiere dar la nota.

Nunca le importó la patria
aunque diga lo contrario;
porque no somos otarios
no nos volverá a estafar,
pero supo defraudar
a todos sus partidarios.

Huyó como Sobremonte
y aunque se fue haciendo alarde
sabemos que está que arde
porque no ganó en primera.
Podrá decir lo que quiera:
así actúan los cobardes.
©Olga Liliana Reinoso – La Pampa, Argentina

sábado, 17 de diciembre de 2011

DANIEL SALZANO

El último test para la tercera edad del profesor Salzano

Cuestiones de índole general: ¿Les llama la atención, les duele como un clavo cuando en las esquinas de la ciudad ven a los pibes aprender el oficio de canallas?/ ¿Con qué frecuencia se dan una palmada en la frente y dicen: “Dios mío tengo una cita con el urólogo a las cuatro y media/ y ya son las cinco y cuarto”/ ¿Creen con frecuencia que se han equivocado de ciudad?/ ¿Lo más importante en la vida de un hombre es su fecha de nacimiento?/ La fecha de nacimiento es la que lo pone a uno en carrera/ a partir de entonces todo lo que hacemos es acumular pasado. Y ahora la última:/ tarde o temprano, ¿la vida llega a ser una tragedia?

Cuestiones de índole sanitaria: Ese frasco de alcohol que está en el botiquín ¿lo conservan desde las viejas / o son para las nuevas heridas?/ ¿Hace mucho que han comenzado a parecerse como ahora?/ Donde tenían las manos, ¿qué tienen ahora?

Cuestiones de índole sentimental: ¡No me digan que están tomando el fresco en la vereda esperando que pase un Kaiser Carabela!/ ¿Cuánto hace que no escriben una composición sobre la vaca?/ ¿Sabían que está muy enfermo Jerry Lewis?/ El sobre donde papá traía el sueldo y ampulosamente lo dejaba apoyado en el florero, en el centro de la mesa ¿era azul azul?, ¿marrón terroso?/ rosa no porque era color de mariquitas/ Eh, papá ¿te acordás de mí?/ soy el que se encoge como un jockey cuando escribe/ el que mide 1.70 / el que tiene las cejas como barbas/ el que vio jugar a la Wanora.

Cuestiones de índole política: ¿Sus padres fueron qué de Amadeo Sabattini? ¿correligionarios? ¿compañeros de chupino? ¿compañeros de banco? ¿jugaban a las bochas con pantalones y alpargatas blancas?

Cuestiones de índole psicológica: ¿Por la noche no pueden dormir si antes no miran debajo de la cama? ¿Creen que el exceso de amor une o separa? ¿Es por la mañana, a la siesta o a la noche que sienten que hay otras cosas que se deslizan para dar nacimiento a nuevas cosas? ¿Llevan en el bolsillo interior del saco el número secreto de su cuenta corriente en Farmacity? ¿Hepatalgina? La tengo / ¿Insulina? La tengo / ¿Regulane? Lo tengo / ¿Lorazepan? ¿Pharmaton? ¿Fenobarbital? Lo tengo lo tengo y lo tengo.

Cuestiones de índole sexual: ¿Qué papel desempeña en sus vidas el erotismo?/ ¿Preponderante?/ ¿Insignificante?/ ¿O es como en aquella película en la que Spencer Tracy se sentaba en la galería del rancho para ver crecer el pasto?

Cuestiones de índole semántica: Dulce que me tenés,/ ¿es frase masculina o femenina?

Cuestiones de índole personal: ¿Llevan uña larga en el meñique para abrir como bacanes el atado de cigarrillos?/ ¿Se afeitan con la intención de que la gente no los reconozca?/ ¿De grandes iban a ser equilibristas o fantasistas del teclado?/ ¿Cuántos pisos tenía Gath y Chaves?/ ¿Todavía conservan la impresión de estar seguros?/ ¿Creen sinceramente que por haberse masturbado cuando Marilyn vivía tienen garantizada una platea en el avant scene del paraíso?/ ¿Tienen demasiado zurcido el mameluco de la infancia?

Cuestiones de índole secreta: ¿Tiran del carro para adentro pero sienten que el carro tira para afuera?/ ¿Encienden la linterna pero ni aun así ven venir la poesía?/ ¿Odian estar solos?/ ¿Perder al ping pong?/ ¿Subir escaleras?/ ¿La palabra nosotros les gusta tanto como a mí?

Cuestiones de índole profesional: ¿Cierran los ojos como santos cuando escriben?/ ¿Qué lugar elegirían para el eterno descanso de sus almas?: ¿Una de las tres luces rojas que parpadean en el cielo raso de Cinerama? ¿El movimiento interminable de las burbujas que suben y bajan de costado por el sifón de Egea y Sánchez? ¿Convertido en una hormiga en el prodigioso jardín de las Teresas? ¿Como una ola gigante que inesperadamente se levanta en la Cañada?

Cuestiones de índole patriótica: ¿Les quiebra la Argentina el corazón por el medio todavía?/ ¿Córdoba les suena como el tiro final de Sin aliento? Si les ofrecen una tiza, ¿en qué la gastarían?: ¿escribirían argentino hasta la muerte? ¿cuna de campeones? o ¡basta de estar aquí tirados como palos!

Últimas cuestiones: ¿Nadie los reconoce por la calle? ¿No figuran en ninguna antología? ¿Los escuchan hablar y nadie hace ademán de interrumpirlos?/ Entonces cuenten conmigo.

Bwana Hemingway

Supongamos que Hemingway se disponía a escribir un cuento sobre elefantes. Entonces, lo primero que hacía, era alejarse de cualquier libro que hablara de elefantes. Y es que, Papá, no quería saber nada de segunda mano. Abandonaba el campamento en mitad de la noche y se abría paso entre la jungla hasta llegar a la laguna donde abrevaba la manada. Iba solo, avanzando con pasos cortos y precisos. Así escribía. Frases de 12 palabras y ningún adjetivo. No inventaba nada. Somos, eso es todo. El famoso rayo de los videntes.

Abro una página cualquiera de su última recopilación de cuentos publicada por Lumen para copiar un pedacito: “A Liz le gustaba mucho Jim. Le encantaba su bigote y la blancura de sus dientes cuando sonreía. Le gustaba que no tuviese pinta de herrero. Un día descubrió que le encantaba el vello negro que cubría los brazos de Jim y lo blanco que eran éstos hasta la línea de bronceado cuando se lavaba en la palangana que había en el exterior de la casa. Que aquello le gustara la hacía sentirse rara”.A eso me refiero.

Cuando Hemingway llegaba a la laguna de los elefantes se apostaba inmóvil, como un palo, y cuando aparecían los animales, no se apresuraba. La cuestión era arrimarse. Todo lo que podía. En 1934, durante el que sería su último safari, se salvó de carambola porque el jefe de la manada desconfió de su inmovilidad, se volvió y lo embistió. Puro Hemingway: matar o morir. El escritor disparó, pero aquel elefante era mucho elefante para tan poquita bala y continuó avanzando como una locomotora. Se salvó, pero al volver al campamento, magullado, se dio cuenta de que había perdido la pipa.

A Hemingway, como se advertirá, siempre le sobraban 10 para el peso.

A la pipa se la había regalado un médico italiano que lo había curado durante la Primera Guerra Mundial. Se acordaba de su nombre, Antonio, Antonino. Con toda seguridad Antonio ya estaría muerto. Y a él lo podría haber matado el elefante. La muerte siempre andaba dando vueltas por ahí. Tal vez ése haya sido el verdadero elixir de su estilo.

Escribió novelas, cinco, seis, pero al lado de sus cuentos son papel picado. A él le iban bien los sprints, los 50 metros llanos, y las peleas de tres rounds. Sonaba la campana, daba tres zancadas y ya se había apoderado del centro del ring. Antes de terminar, el primero había ganado por fuera de combate.

Bukowski, el poeta, escribió un relato en el que combatía con Hemingway en un torneo de aficionados. En el primer round Hemingway lo maltrataba, en el segundo Bukowski se defendía y en el tercero lo noqueaba. Listo. Hemingway ya no ejercería más influencias sobre su literatura. Así de fácil.

El escritor se suicidó a los 62 años porque, si quería seguir viviendo, debía prescindir de la bebida y los elefantes. Su presión sanguínea andaba como la mona, tenía el colesterol por encima del nivel del vertedero y la diabetes se la tenía jurada. Era una bolsa de enfermedades. ¿De qué podía escribir?

Los porteadores, en África, lo llamaban bwana.

–Tráeme whisky con soda.

–Sí, bwana.

–No te bebas eso –dijo ella–. Cariño, no te bebas eso. Tenemos que hacer todo lo que podamos.

–Hazlo tú –dijo él–. Yo estoy cansado.

El misterio de su alteza serenísima

Cuando presionado por las exigencias dinásticas del principado de Mónaco, Rainiero viajó a los Estados Unidos en busca de una princesa, no imaginaba que acabaría, simultáneamente, conquistando el corazón de Grace Kelly y destrozando el de Alfred Hitchcock.

Antes de que se cruzara en su vida el príncipe de Mónaco que la cautivó con el anillo más suntuoso de Van Gansen, Grace Kelly había sido una actriz de pecho frío y manos blancas a la que le bastaba con bajar sin parpadear por una escalera de mármol para despertar el indio de Alfred Hitchcock.

A sir Alfred, el mago del suspenso, lo rechiflaban las rubias de pelo corto y un rictus de desprecio en la comisura de sus labios. Labios finos, dicho sea de paso, Hitchcock no concebía otro modelo que ese para compartir un cóctel de champán.

Le pasó cinco veces a lo largo de su carrera. Una fue Madeleine Carroll, otra Eve Marie Saint, otra Ingrid Bergman, otra Tippi Hedren y, por fin Grace Kelly.

Pobre maestro. Primero las elegía, después les hacía firmar contrato y finalmente se apoderaba de ellas a lo Barba Azul: les elegía el vestuario, les enseñaba a no tomar el té con el meñique enarbolado, las mareaba con atufantes ramos de flores rebuscadas, y les controlaba la agenda de entrevistas. Es decir, se apoderaba de ellas pero siempre por la parte de afuera. Por la de adentro jamás despertó el indio de ninguna. Todas lo toleraban, le hacían reverencias y en las entrevistas no contestaban si no tenían previamente sus instrucciones. Eran los suyos amores desesperados, inútiles, humillantes y condenados al momento decisivo en que el Maestro, exangüe, se abalanzaba sobre la presa que, sin excepciones, lo reculaba. Después venían las profundas depresiones, las mamúas interminables y las películas malas. No muchas, algunas.

En síntesis: la filmografía del autor de Los pájaros podría dividirse en dos grandes categorías: películas con y películas sin rubias.

A las películas las diseñaba, plano a plano, corte a corte, dibujándolas hasta en sus más mínimos detalles. Después, durante la filmación propiamente dicha, decía que se aburría porque, en los hechos, la película ya estaba terminada.

AH era un ser humano sumamente complicado, lleno de frustraciones, pequeños y grandes rencores y muchas inseguridades. Sus películas, consecuentemente, están cargadas de amenazas, pesadillas, frustraciones e inseguridades. Pero, ¡por Dios!, que a nadie se le ocurra sentir lástima por ello.

Pero volvamos a la Kelly, que a las órdenes de Papálosabetodo hizo Crimen perfecto, Para atrapar al ladrón y La ventana indiscreta.

Era una dupla poderosa que hacía presagiar muchas maravillas pero que, ante el estupor sentimental de Hitch, se deshizo cuando ella se casó con Rainiero y, hace 30 años, manejando un coche de 100 mil dólares, pisó mal el freno y se mató. Hay quien afirma por ahí que no pisó mal el freno sino que directamente no lo pisó.


.

lunes, 12 de diciembre de 2011

TAPA ANTOLOGÍA

DESDE TODO EL SILENCIO

























Las escritoras pampeanas Olga Reinoso, Adriana Lis Maggio y Anahí Mayol participan de una antología nacional de escritoras argentinas, titulada "Desde todo el silencio".
El libro fue coordinado por la abogada y escritora santafecina Norma Segades Manías, responsable de la Gaceta Literaria Virtual y el Movimiento Literario Internacional "Los puños de La Paloma".

Las escritoras se sumaron a la convocatoria y participaron con sus producciones literarias junto a mujeres de todo el país, entre las que se destacan nombres reconocidos como María Rosa Lojo, María Teresa Andruetto, Laura Yasán y la propia Segades Manías.

La antología se puede ver y leer en: http://antologiaescritorasargentinas.blogspot.com/

domingo, 11 de diciembre de 2011

COINCIDENCIA



Desde aquí, mi hermana y yo, podemos disfrutar el paisaje como nunca lo hicimos. Levitamos etéreas, tan cerca de las nubes. Somos dos querubines.
Sin embargo, tenemos memoria de nuestra vida terrenal. Y cuando recordamos el sometimiento, las vejaciones y los tormentos a los que nos sometía mi marido, coincidimos en que nosotras también teníamos ganas de matarlo.
A cuchilladas. Hubiéramos hecho un festival de sangre. La primera, en el pecho. Y después lo hubiésemos despanzurrado como a un colchón de plumas.
Sí, absolutamente, teníamos muchas ganas de matarlo. Aunque ahora no podemos. Porque él está en la cárcel y nosotras acá arriba.
Pero apenas pase el duelo, seguro que nuestra mamita irá a visitarlo y le llevará esos bombones caseros que a él tanto le gustan y se los va a hacer comer uno por uno.

sábado, 10 de diciembre de 2011

PIAZZOLA por SALZANO



Quiénes y cuando
Algo tan sencillo como abrir una Pritty con los dientes. Poné ahí, pibe, poné ahí. Discepolín. Daniel Salzano.
10/12/2011 00:01 , por Daniel Salzano0Reportar abuso...Algo tan sencillo como abrir una Pritty con los dientes

Vivo en Córdoba/ en la calle Obispo Salguero/ República Argentina/ soy un tipo bastante tímido/ aunque no es de la timidez que quiero hablar/ sino de mi vida/ la escritura.

Me levanto a las 7/ a las 7 y cuarto tomo la leche/ y a las 7 y 30/ le digo cacha cacha a la máquina de escribir/ algo tan sencillo/ como abrir una Pritty con los dientes.

Una vez invitaron a Manolete/ a un debate/ lo único que dijo fue/ yo a los toros los mato/ esa es una definición que me vuelve loco: yo a las notas las escribo.

Para escribir una crónica/ 1) hay que saber distinguir una nube de otra nube: no es lo mismo una paloma que un elefante/ 2) recordar los días en que las promesas de amor quedaban inscriptas en el paredón del San Roque/ 3) sentarse delante de un florero y esperar la caída de las hojas/ 4) leer todos los avisos clasificados/ 5) apoyar el oído en la puerta de la Biblioteca Vélez Sársfield/ 6) llevar la bicicleta del cogote y caminar con elegancia para que los demás crean que estás como una rosa.

Escribo diariamente/ como los viejos pugilistas retirados/ que continúan haciendo soga en el gimnasio/ ojo: hay mucha relación entre el boxeo y la literatura/ en ambos hay que conservar el centro del cuadrilátero/ y achatarle el hocico al enemigo/ aunque muchas veces las palabras te tiran a la lona/ y te hacen sentir como esos bichitos que trepan por la pileta de aluminio y cada vez que suben el agua los arrastra.

Los sábados no trabajo/ salgo a la calle/ y espero que me miren a la cara/ eso es lo bueno que tiene esta ciudad/ puede ser que los paisanos tarden/ pero terminan por mirarte a la cara/ ponerte una mano sobre el hombro/ y decirte/ “las crónicas del sábado me gustaron”/ entonces yo contesto/ “me alegro de haberlas escrito”/ y ellos dicen/ “y yo de haberlas leído”.

Para eso vivo/ nada más que para eso/ creanmé:/ la timidez es un globo que vuela suspendido en el silencio/ y nunca regresa.

Ni se aleja.

Poné ahí, pibe, poné ahí

Hace exactamente 90 años Astor Piazzolla​ nacía en Mar del Plata y yo lo conocí, conocí a Piazzolla y, ahora que lo menciono, experimento la misma emoción que si hubiera conocido a Ray Charles. O a John Lennon. Piazzolla, niños, era un músico que tocaba el bandoneón con un pie sobre un banquito de madera, con los ojos bien cerrados y cuando lo escuchabas te sucedía lo mismo que cuando subías al trampolín mayor de la pileta de San Cayetano: desde ahí se veía toda la Argentina.

Cada vez que venía a Córdoba, Piazzolla daba una conferencia de prensa en la taberna de Julio, en la ruta 9, y ahí fue donde yo lo conocí junto a una mesa de madera cubierta de ceniceros y palitos y quesitos.

A su alrededor había media docena de reporteros que lo esperaban para preguntarle si el tango había muerto o si él lo había matado. Quiero decir, niños, que existía un tango antes de Piazzolla y otro tango después, oh ya saben, la vieja y terrible mala leche nacional.

Piazzolla entró al local con una camisa roja de bandoneonista enamorado y mientras la prensa lo inmovilizaba con velocidad uno en quinientos, él saludaba y miraba todo sin perderse detalle.

Era un tipo bronco y mal reído, un bandoneonista de manos fuertes afeitado con yilé y unas pupilas chiquitas que se movían como las de Dillinger cuando le quedaba una sola bala en el tambor.

Obviamente, no le gustaban los encuentros multitudinarios y se le notaba: discutía mucho, se encolerizaba más de lo aconsejable y cuando me contestó no se qué cosa, lo hizo agregando:

–Poné ahí.

Se refería a la libreta donde yo iba anotando. Si no lo escribía, no se quedaba tranquilo:

–Poné ahí, pibe, poné ahí.

Era un maestro, era un crack, sus partituras descansaban sobre los atriles de la orquesta típica de Von Karajan y sin embargo ahí estaba atajando buluquitas en los suburbios de la ruta 9.

Y eso que, siendo un chico, le había llevado los botines a Gardel en la isla de Manhattan, y había entrado de pantalones largos al Tabarís como asesor de Aníbal Troilo. Y, además, había sido un buen hijo: su papá se murió cuando él estaba corriendo la liebre en Estados Unidos y ahí nomás escribió Adiós Nonino, y esa era una de las causas por las cuales yo lo admiraba, que hubiera escrito un tango en memoria de su padre, como si tuviera los pies mojados por la lluvia.

Es necesario que ustedes sepan estas cosas, niños, porque las personas sólo viven cuando están vivas, pero si están muertas sólo consiguen vivir si se las nombra.

Dios mío, chicos, sigan mi consejo, no se mueran sin haber subido un par de veces al trampolín más alto de San Cayetano.

A Piazzolla le estreché la mano cuando terminó la conferencia y no hablé con él ni nada. Y cuando, muchos años después, el diario Página 12 organizó un referéndum sobre los tangos más entrañables de la historia, yo mandé 12 cartas votando por Adiós Nonino. Y ganamos. Es necesario, niños, que se sepan estas cosas.

Discepolín

Hace poco más de medio siglo, con la luna de los locos rodando por Callao (Callao casi esquina con Córdoba), Enrique Santos Discépolo bajaba la bandera, pedía un vaso de soda y se moría.

Que Discepolín se iba a morir en cualquier momento era una cosa que estaba en el aire, pero no que lo iba a hacer pegado al palo de la Navidad. Es verdad que estaba flaco y se lo veía consumido, pero ¿alguien lo había visto alguna vez de otra manera? ¿Acaso no había empezado a fumar 40 en lugar de 60 cigarrillos en un día? ¿Acaso no se tapaba la nariz todas las noches para, antes de acostarse,
tomar una cucharada de aceite de hígado de bacalao?

¡La nariz de Discépolo!

Cada vez que Juan Delfini la dibuja, primero pone un disco de llorar y después se aleja media docena de pasos del tablero.

Bueno, consta en actas, Discépolo estaba metido en su cuerpito de niño viejo y de repente le vinieron unos chuchos de frío muy intensos, comenzó a respirar con dificultad y, para reponerse, se sentó en el mismo sillón de mimbre donde había pulido y repulido las estrofas de Cambalache, el himno que debió haber compuesto Vicente López y Planes en el siglo XIX.

Tania, su mujer, se ofreció para llevarlo a la cama pero él no quiso. Andá, le pidió, y traeme una frazada. Cada vez le dolía más el hombro izquierdo y Tania no lograba encontrar el termómetro perdido en un caos de papeles, partituras, alfileres de gancho y billetes de lotería. Cómo se sentiría de mal el maestro que ni siquiera protestó cuando ella levantó el tubo y, como la antena de la RKO, comenzó a enviar pedidos de auxilio. Llamó al médico, claro, pero también a Cátulo Castillo, Osvaldo Miranda y Aníbal Troilo, Pichuco, Picha, que pesaba 105 kilos, el triple que su amigo.

Es probable que Discépolo, volando de fiebre y envuelto en una frazada, pensara una vez más que, para no llorar, lo único que se podía hacer exitosamente en Argentina era piantarse.

Pidió un vasito de soda, lo vació y su corazón saltó hecho pedazos.

¿Cuántos años hace? 60 ¿Cuántos años tenía? 50. A él le hubiera encantado que le pusiéramos todo al 110, a la cabeza.
.

ROMANCE DE MI PRIMER ROMANCE





En crepúsculos de plaza
pueblo dormido y silente
jugábamos a crecernos
con el amor como duende.
Antón, Antón pirulero
puentes de manos unidas
cosquillas en mi memoria
porque aún las siento vivas.
Una tormenta de hormonas
un deseo sin bautismo
querer verte noche y día
y bailar el mismo ritmo.
Te amé con desasosiego
por vos fundé la nostalgia
fueron bellas como un trino
nuestras inéditas ansias.
Sin embargo, cruel destino
alcé muros en el alba
y clausuré el corazón
al beso de tu palabra.
Era verano y te fuiste
noche de primer insomnio
me quedé llorando ausencia
no exorcicé tu demonio.
Canciones que compartimos
fueron mortaja en la tarde
masoquistas mis desvelos
evitaron que te llame.
Una noche, en la penumbra,
tu mano monologaba
yo sentí que en cada gesto
mi vida se deshojaba.
Pero llegó el día siguiente
metáfora del futuro
las sendas se bifurcaron
en triste vuelo nocturno.
Hoy sos un nombre en la niebla
primera estrella del alma
caramelos engarzados
con la luz de la esperanza.
© Olga Liliana Reinoso

jueves, 8 de diciembre de 2011

ROMANCE PARA LA TIERRA QUE AMO



La palidez del silencio
junto a la espada del alba
es un grito sin memoria
en el sol de la garganta.
Criatura y su deseo
con el mensaje del barro
los labios musitan tristes
la fragilidad del canto.
Ríen los enamorados
fuertes como una montaña
su casa de corazones
no es de lata ni es de plata.
Entre los bucles del bosque
el paisaje es una lágrima
y el silbo del benteveo
pinta el cielo con su pátina.
Nadie espía la alborada
no hay rencores en los ojos
y el día asume su cargo
sobre los cuernos de un toro.
Bendita sea esta tierra
que ha parido tanto brillo
aquí dejaré mis huesos
aquí nacerán mis hijos.
PatriaMujer, senos, vulva
sexo de volcán y lava
no hay cielo como tu cielo
aunque no te diga nada.
Pero te amo, terronosa
dama llena de pecados
salerosa mujerzuela
que lame mis pies atados.
Te entrego esta palma abierta
te doy mi sangre y mi entraña
copulo con tus raíces
mientras te ofrendo hasta el alma.
© Olga Liliana Reinoso

martes, 6 de diciembre de 2011

PARQUE/VIDA






La vida hierve en la savia del alma
que se agiganta como una mano extendida.
Sube del vientre terroso-huella preñada-
y se hace canto en las ramas y pájaro en la distancia.
Lleva en su boca la urgencia de este verdor presuroso
para que arda, fuego adentro, la multípara semilla.
Cuenco de abrazos, entrega de la pena generosa
que antes de caer al barranco en latidos se deshoja.
Y multiplica en la aurora sangre, célula, alarido
para que el mal de la noche sucumba con el olvido.
Árbol-de-vida árbolcanto árboles como banderas
corazón enarbolado en la cresta del follaje.
La primavera es un hábito para encarcelar la muerte
y desnudar su artilugio sin mentira ni coartada.
La vida vidarbolada baila su danza en el parque
y la hojarasca encendida es luciérnaga que late.
Por cada árbol una vida, por cada árbol la esperanza
árbol más árbol hermanos que el amor es flor sagrada.
©Olga Liliana Reinoso

lunes, 5 de diciembre de 2011

poem





En los labios de las amapolas
la lechuza abre de par en par su luna llena
y en los lindes, amenos mercenarios
transgreden el reloj y el amarillo.
Las alas de amatista
lana ligera, nube en lejanía
sufren un leve escalofrío
en el lívido estertor de la jornada.
© Olga Liliana Reinoso

sábado, 3 de diciembre de 2011

FRONTERAS



Me da pena esta pena
pena este desperdicio
esta triste llovizna de tus manos
que destiñe caricias
en tardes de la espera
detrás de la ventana.
Yo también estoy triste
tengo la melancólica costumbre
de irrumpir en otoño debutando en los parques
cuando mi soledad y la vigilia
se abrazan y murmuran.
Me duelen las palabras
como golpes abruptos
cuando la boca de la noche me succiona
y me volatiliza.
Atravieso su túnel en infinitas procesiones
hasta el altar monocorde de la nada.
Entonces te descubro lloviendo de vergüenza
debajo del farol de mis preguntas
sin ninguna respuesta de reparo
en la cruel intemperie del silencio.
Nos miramos, desolados e inciertos,
ninguno de los dos conoce la verdad.
Sólo un puente de niebla nos disipa
como una coartada.
No tenemos la culpa
ni somos inocentes.

© Olga Liliana Reinoso

FESTEJO POÉTICO



(Primer verso extraído del poema Reyes Alejandrinos de Costantino Kavafis)
Se reunieron los alejandrinos
y decidieron tomarse una licencia.
Haremos una fiesta de Recursos
dijo un soneto casi sorprendido.
... Aceptó un elegante endecasílabo:
“bebamos la metáfora del vino”
los deseos se personificaron
para danzar un romance de octosílabos.
La anáfora pidió “que lo repitan”
y una prosopopeya blonda y dúctil
entonó dos cuartetas en voz baja
junto a una hipérbole soprano, exagerada.
De repente, un tumulto abrió la puerta
exigían una aliteración
eran grupos consonánticos de izquierda
que proclamaban verso libre sin medida.
Una oda que dormía en el recuerdo
desde su arte menor lanzó un suspiro
y la rima vistió de dama antigua
creyendo que era el baile de la sátira.
Los poetas malditos, los románticos
escribieron manifiestos posmodernos
y un dulce poema en prosa festejó
la ley del matrimonio igualitario.
Los acentos pidieron con voz grave:
agudas sumen y resten las esdrújulas;
la sinalefa sentenció: que no se aparte
lo que el verso ha unido.
El poema, aburrido y olvidado
marchó a la plaza de la Biblioteca
se sentó a viva voz, bajo los árboles
y se leyó a sí mismo con unción.

jueves, 1 de diciembre de 2011

SONETO DE LUNA LLENA

Fue una noche, tal vez, de luna llena
fue el tiempo en que mi infancia se marchaba
mi adolescencia atroz la secundaba
con la piel erizada, el alma en pena.

Yo escuché la sentencia y la condena
no sabía qué crimen me endilgaban
pero supe que en esa hora llegaban
las palabras futuras: vida plena.

Al conjuro del viento y la llanura
yo firmé este contrato de por vida
mezcla de amor y mezcla de tortura

supe que ya iniciaba la ruptura
con el mundo normal. Era la huida
de la mediocridad a la locura.