domingo, 20 de marzo de 2011

GRITO de MUJER en UNQUILLO

El Intercórdoba surca como una saeta colorada el boulevard Illía/San Juan, se entrevera en Colón con los autos sabatinos y nos brinda el brillo crepuscular de la Rafael Núñez. Habita Argüello por unos minutos, se para y arranca en la cintura de Villa Allende y finalmente nos deposita con una pirueta en la estación terminal de Unquillo. La luna ya nos daba el pronóstico de una noche mágica mientras mi hija y yo nos aventurábamos por la oscuridad de la calle Santa Fe, cruzábamos el puente y repechábamos la subida hasta la bifurcación en donde un jardín maternal nos señalaba que ahí debíamos doblar por Remedios de Escalada.
Todo un conjuro: la luna, el puente, las madres, Remeditos: símbolos inequívocos de las mujeres que se habían dado cita en Maika, una galería de arte instalada allá en el fondo de un pasillo desnivelado de gramilla y piedras donde brillaban los dibujos coloridos de Susana Sommer y los rostros afables de unas pocas desconocidas. ¿Pocas? ¿Qué significará pocas en el corazón subjetivo y semiótico de un adverbio adjetivizado para la ocasión?

Graciela Mirolo, la embajadora de buena voluntad del Movimiento de Poetas Internacional, con sus pelos rubios, sus ojos lapislázuli y su caballo Príncipe recién desmontado comenzó a construir puentes de palabras para contarnos por qué estábamos en ese lugar y a esa hora. Muy simple: todas éramos mujeres poetas y estábamos reunidas para gritar contra la violencia, como en Luxemburgo, España, República Dominicana, México, Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú, Panamá, Ecuador, Cuba, Puerto Rico, Chile, Uruguay, Estados Unidos de Norteamérica y Guatemala.


Comenzó la ronda y cada una fue desgranando sus versos llenos de ternura, de reclamos, de búsqueda, de locura. Susana Sommer, la pintora, nos estremeció con la historia de una pregunta que tanto nos cuesta responder: ¿Quién soy yo?



Como no podía ser de otra manera, insistí con la ya vieja costumbre de intentar una respuesta con mi
REAFIRMACIÓN DE LA LOCURA

Loca, gritan los charcos de la lluvia
loca, salpican los harapos
loca de atar sufre la santa madre
loca re loca ríen los chicos en la calle
flor de loca critican las comadres
¡es una loca! insulta el hombre gris
¿estás loca? preguntan sus amigas
no le hagas caso, es loca, agrega el jefe
loca como tu madre, grita el marido
loquita mía besa el amante azul
y la loca total desvergonzada
se arrodilla en la esquina para orar.
Gracias, Señor, por toda esta locura
gracias por ser tan anormal
me honra esta chifladura sacrosanta
me hace bien esta demencia angelical
no quiero parecerme a los tramposos
ni ser un fariseo del montón
no deseo apagar nunca mis deseos
ni ocultar este fuego creador
quiero ser como soy sin maquillaje
quiero amar con mayúscula cursiva
quiero beber la brisa y la llovizna
y danzar bajo un sol de libertad.
No me devuelvas nunca la cordura
dejame mi locura bautismal
si este es el precio de la diferencia
seguiré siendo loca hasta el final.

Olga Liliana Reinoso

Y agregué este
EPITAFIO para todas las congéneres víctimas de la violencia.

Aquí duerme su noche sin amantes
María Puertas Abiertas
María Manos de Falda Acampanada.
Uno por uno
los hombres que bebieron
su manantial fogoso
le asestaron rugientes cuchilladas
en su intemperie de mujer.
Como un potro
decapitó de un salto el horizonte
y se quedó en la cima del silencio
fatalmente apagada.
María, con su nombre de virgen.
Santa María de la Soledad.

La luna y las mujeres gritaron en Unquillo el 19 de marzo de 2011 entre las 20 y las 22.

"La luna de Unquillo no tiene flequillo, desnuda su cara de frente y perfil. Guía a los poetas, los unta con brillo. La luna está loca, loca como yo"

1 comentario:

Bienvenida. Te deseo mucha suerte.