domingo, 30 de enero de 2011

HIPOCRESÍA










CONFESIONES ACALLADAS


¿Sabés por qué me río de lo que decís?
Porque así disimulo mi ignorancia.
¿Sabés por qué critico?
Porque tengo que canalizar la envidia que me corroe cuando veo que otros se destacan “per se” y yo sigo en el anonimato.
¿Sabés por qué hago comentarios ácidos?
Porque pretendo barnizar con ironía lo que es simplemente maldad.
¿Sabés por qué desacredito a los demás?
Porque no estoy a su altura, pero no puedo asumirlo.
¿Sabés por qué borro con el codo lo que escribo con la mano?
Porque soy un farsante y, además, un cobarde.
¿Sabés por qué te desprecio y te ignoro?
Porque eso me da aires de superioridad. Y también porque soy mezquino y egoísta.
¿Sabés por qué te boicoteo?
Porque soy mediocre y no quiero que te luzcas.
¿Sabés por qué te mato? - dijo la serpiente a la luciérnaga - porque no puedo soportar tu brillo.
Si tuviéramos un detector de verdades, éstas serían algunas de las verdades que podríamos descubrir.
Y muchos hallarían en estas respuestas, la explicación a tantas actitudes dañinas, a tanto obstáculo, a tantos palos en la rueda.
Pero la hipocresía que todo lo recubre, sumada a la negación de los defectos propios y al agigantamiento de los ajenos, hace que este proceso saludable nunca se concrete.
Y así se continúa por la vida: mintiendo a destajo y, lo que es peor: mintiéndose a sí mismo.
Habría que investigar:
• ¿Qué debilidad acusa el que se burla de los otros y hace de ese gesto su mayor diversión?
• ¡Qué poquita cosa es quien necesita agrandar los errores ajenos para disminuir los propios!
• ¿Qué deuda no saldó?
• ¿Quién le impidió encontrar su verdadero camino?
• ¿Quién le hizo creer que, si mancilla a los demás, podrá lavar su alma percudida?
• Que nadie imagine que las virtudes quitadas a otro pasan a engrosar su propio bagaje.
Dice un texto, cuya autoría desconozco:
“Triste cosa es no tener amigos. Pero más triste debe ser no tener enemigos. Porque quien enemigos no tiene, señal es que no tiene talento que le haga sombra, ni carácter que le abulte, ni valor que le teman, ni honor que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa alguna que le envidien.”
¿Será verdad? o ¿será justicia?
“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” (El Quijote de la Mancha, Cervantes)

sábado, 29 de enero de 2011

DIVAGACIONES








¿Existen los amores imposibles?
¿Tienen lugar las palpitaciones unilaterales?
¿O sólo son una alucinación de otoño que arrecia en la caída de las hojas?
¿Puede un hueco vacío albergar el abrazo?
El silencio ¿reemplaza a la palabra?
El insomnio ¿equivale a la caricia?
Dicen que el amor es un milagro en compañía.
¿Adónde irán, entonces, los gritos desvalidos? ¿En qué lugar anidará el pájaro huérfano de la desolación? ¿Qué habrá sido del fuego de los besos? ¿Crepitará, deshabitado, en la intemperie de la soledad?
Nadie responde. Sólo se oye el cacareo de los necios que no atraviesan el barniz de la corteza, sólo palabras huecas que no alcanzan a traducir el buen idioma enigmático del alma.
Es que la sabiduría y la sensatez asumen su fatal ignorancia en todas las cuestiones del corazón y reconocen que en el amor no hay certezas ni fórmulas exactas: solamente pronósticos aproximados, adivinaciones coyunturales, encuentros fortuitos o desencuentros insalvables.
Entonces,¿de qué modo saber? ¿De qué manera darle paso a la luz del entendimiento para que pueda titilar entre la niebla de la confusión y señale el camino exacto, ése, el de la cita postergada?
¿Quién podrá abrir el oído de los sordos?
¿Quién despertará los ojos ciegos para que capten las señales?
El río los separa. La unión es en el agua. Llamaradas de voces se agitan, plañideras, en la penumbra de la orilla opuesta. Y no hay quien oiga. Y no hay quien acuda.
¡Oh, Soledad de soledades! Que se trasmuta, endecasílaba, en la vertiente oscurantista.
¡Oh, Soledad vernácula! Que no admite el exilio para cambiar de rumbo.
Y muere en el intento. Y se asfixia en su oxígeno.
Alguien tiene que dar cuenta de tanto despropósito. Alguien tiene que hacerse cargo de tanta flecha que no da en el blanco. Cupido es un anciano miope que hace siglos perdió la puntería. Y la doble moral no contribuye al entrelazamiento. El mandato es inmovilizador: No provocarás. Tu misión es la espera.
De nada sirven las insurrecciones ni la liberación ni el desparpajo. La ley de los ancestros es más fuerte y siempre va a la hoguera el que transgrede.
Por eso, la pregunta sigue intacta. Y por eso, los crímenes están impunes.
Pero hay que estar atento a las miradas y a los temblores más imperceptibles: ellos son delatores. Nadie puede evitarlo. Sólo es preciso atravesar paredes y leer la verdad entre mentiras.
Aunque lo realmente saludable es abrir la ventana y defenestrar a cada uno de los espíritus de la incomunicación, desprenderse del equipaje de las dudas, desalojar el miedo, virar el timón y encaminarse hacia alguna isla virgen donde se pueda disfrutar, en paz, de un sol que no escatime resplandores.(Olga Liliana)

martes, 25 de enero de 2011

Puertas, grietas, túneles y agujeros

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Contratapa Martes, 25 de enero de 2011

Puertas, grietas, túneles y agujeros
Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO Mi cuento favorito de H.G. Wells –y uno de mis relatos preferidos de cualquier escritor– es “The Door in the Wall”, publicado originalmente en julio de 1906 en el Daily Chronicle e incluido al año siguiente en el libro The Country of the Blind. Genial ya desde su sencillo y aparentemente normal pero tan inquietante título (toda puerta está, en teoría, interrumpiendo el fluir de una pared; pero hay algo extraño en que se presente a la puerta como algo metido en un muro, como un agujero, ¿no?) lo que aquí cuenta Wells es la odisea privada de un tal Lionel Wallace. Hombre de éxito que, de tanto en tanto, a través de un portal que aparece y desaparece desde su infancia y a lo largo de los años en los muros de su vida, huye y va y vuelve de un mundo alternativo de “realidades inmortales” rebosante de “paz, delicia, belleza más allá de todo sueño y una bondad como nadie en la tierra ha conocido jamás”. El final –la historia nos la narra un amigo del viajero– es previsible pero no por eso menos tremendo: Wallace anuncia que se irá para ya no regresar, desaparece, y a los pocos días encuentran su cadáver en el foso donde van a dar los túneles de unas obras cercanas a la East Kensington Station. El narrador se pregunta entonces lo que nos preguntamos nosotros: ¿Fue? ¿Volvió? ¿Dejar su cuerpo de este lado era el peaje, el precio del pasaje? ¿O simplemente, víctima de su delirio, se cayó en un pozo?

DOS Leo X’ed Out, el nuevo comic de Charles Burns (Mondadori lo publicará a la brevedad con el título de Tóxico) que comienza con alguien que se despierta y descubre un agujero en el muro de su habitación. Y, por supuesto, los agujeros están para atravesarlos. Y allí va, por un túnel, el héroe alucinado con cadencia David Lynch y trazo Hergé (hay un más que evidente guiño a La estrella misteriosa, mi Tintín favorito con ese comienzo de grietas y terremoto) rumbo a un mundo extraño habitado por seres más extraños a los que nuestro mundo normal les parecería, sí, tan anormal.

TRES Ahora hace mucho frío pero la gente sigue caliente. Nada de “paz, delicia, belleza más allá de todo sueño y una bondad como nadie en la tierra ha conocido jamás”. El año empezó con una de esas “injusticias” que contaminan el aire de los cafés donde ya no se puede fumar. El Balón de Oro a Messi y no a un español –Xavi o Iniesta– de la casi barcelonesa selección campeona del mundo. Claro está que cuesta enojarse con Messi, a quien los locales quieren tanto como detestan a Ronaldo o al insoportable Mourinho. Messi complace a la tía soltera y al punk en llamas, y tiene algo de aquel Chance en la novela de Jerzy Kosinski. Imposible olvidarlo recogiendo la pelota dorada, trajeado como animador de fiestas infantiles con esa sonrisa todavía más infantil que recuerda a la del lunático Andy Kaufman. Si alguna vez le escriben a Messi sus memorias propongo que se titulen Desde la cancha. Y que en la portada salga una foto de Messi saliendo de una grieta en el césped esmeralda del Camp Nou.

CUATRO Y de lo que en realidad habla Wells en “The Door in the Wall” es de la preservación de cierto espacio alternativo, de la precisa ubicación de un punto de fuga al que no hay que perder nunca de vista. El relato puede leerse como un anexo al Peter Pan de James Matthew Barrie, amigo de Wells, y a tantas otras ficciones contemporáneas que se apoyan sobre la idea de la preservación del tiempo perdido, sobre la posibilidad de salirse del río de los años y contemplar a los demás pasar y envejecer desde las orillas. Drácula, Dorian Gray, Ayesha, Peter Pan... Todos ellos ajenos a esas grietas que, por una cuestión de piedad con nosotros mismos, convinimos en rebautizar como arrugas.

CINCO Y leak significa filtración y las cosas se filtran a través de las fisuras y grietas del sistema. Lo que nos lleva a Wikileaks y a Julian Assange, quien seguramente ya anda ofreciendo sus memoirs al mejor postor. El nuevo sex-symbol para las juventudes progres y la bestia negra para la madurez conservadora. Días atrás, en un sketch de Saturday Night Live se lo enfrentaba a su contraparte eléctrica. A otro ídolo virtual: Mark Zuckerberg, el “creador” de Facebook. Y el actor que imitaba a Assange se quejaba: “No entiendo: yo entrego los datos privados de las corporaciones a la gente y soy el malo, mientras que él entrega los datos de la gente a las corporaciones y es el bueno”. Algo de razón tiene. Pero pequeño detalle: para ser el bueno buenísimo de la película, Assange debería entregar los datos de todos y no solamente de turbios y tontos funcionarios del gobierno norteamericano. En lo personal, todavía estoy esperando todo eso que Assange decía tener en su poder –cuando encendió su ventilador informático de mierda– acerca de los chanchullos de la banca internacional y que todavía no he leído en ninguna parte.

SEIS Mientras tanto, me entero de que de todo el dinero recaudado y prometido para aliviar las grietas y agujeros y muros caídos por el terremoto de Haití, un año después, sólo se ha entregado a sus destinatarios un 10 por ciento de la cantidad anunciada. El resto, parece, no ha podido filtrarse a través de los canales habituales y blablablá. Postales de Haití en los noticieros: todo está como estaba, todo lo que se cayó no se levantó y ahora, además de furia, hay cólera. País zombi, país muerto vivo, y hasta la próxima catástrofe maléfica para los nacionales a ser explotada por los internacionales benéficos de siempre, cada uno de su lado.

SIETE La delgada línea que separa a unos de otros es, en ocasiones, el preámbulo de un abismo insondable e imposible de franquear con unos y otros mirándose desde un borde a otro. Subrayo frase de G.K. Chesterton –amigo de Wells y de Barrie– citada en la flamante biografía de Marshall McLuhan que acaba de publicar Douglas Coupland. Aquí está: “El mundo moderno se ha divido por completo entre Conservadores y Progresistas. Los Progresistas son los encargados de continuar cometiendo errores. Los Conservadores son los encargados de evitar que esos errores sean corregidos”.

Errar es humano, suelen excusarse los inhumanos cuando les conviene equivocarse, cuando se equivocan a su favor.

OCHO Y crack significa grieta y crack financiero y los tiempos que corren nos han obligado a convertirnos en pseudoexpertos de abstracciones como “inyección de fondos”, “subasta de la deuda”, esas cosas. Y Grecia, Irlanda y Portugal... y España en la mira. Todos van cayendo como personajes de nombre complejo en aquellos thrillers de Agatha Christie. Pero al menos los libros de la Gran Dama del Crimen –recuerden– venían con guía de personajes a consultar cada vez que nos perdíamos yendo de la muerta en la cama al muerto en el living o, perdón, en la biblioteca, donde se sirve el brandy y se encienden los cigarros.

NUEVE Portada de la revista humorística El Jueves. Allí, uno de los dos líderes sindicales al frente de Comisiones Obreras se entusiasma: “¡Por fin! ¡Es la revolución! ¡La gente sale a la calle!”. El otro, resignado, le aclara los tantos: “Me parece que no: es que ya no pueden fumar dentro”.

Puertas otra vez. Al otro lado de la puerta, por favor.

DIEZ Y Benedicto XVI vuelve a hacer reformas en los planos de la eternidad (el limbo, el Purgatorio como “fuego interior”, esas cosas, más detalles otro día) sin precisar cuál es el círculo que les toca a Berlusconi y a sus diablitas conejitas. Me quedo, mejor, con Adolfo Bioy Casares, en su Autocronología, evocando temblores de niño que, con el tiempo, crecen a firmezas de escritor: “1921 - Me explican: por las grietas que en cualquier momento se abren en la corteza del mundo, un diablo puede tomarnos de un pie y arrastrarnos al infierno. Lo sobrenatural como algo aterrador y triste”.

ONCE El fin de semana pasado, un triunfal Mariano Rajoy, en un mitin del Partido Popular, exclamó al borde del orgasmo que “España tiene sed de urnas”. El problema es si las ranuras de las urnas por las que se meten los votos son, en realidad, grietas que se abren en la corteza del mundo por las que un diablo... Lo político como algo aterrador y triste.

DOCE Apago la computadora –¿puerta?, ¿grieta?, ¿agujero?– y me voy a dormir. A soñar. A cruzar. A progresar y a conservarme. A dejarme caer o a agarrarme al borde del sueño o a viajar por ese túnel del tiempo que es la noche. Mañana será otro día, otro mundo, otro muro.

lunes, 24 de enero de 2011

PAPÁ NOEL (La vejez)

PAPÁ NOEL

Seguro que mamá duerme, así que si camino en puntas de pie por la galería voy a poder escaparme sin que se entere. Ya está. Llegué al patio. Corro y de un salto me siento en la hamaca. Le pido al viento que me empuje fuerte, fuerte, así llego a las nubes y remonto vuelo hasta la casa de Papá Noel. En el buzón colorado como mis cachetes cuando digo mentiritas, meto la carta que escribí esta mañana.
Desde acá veo el trineo, dispuesto para la carrera que tendrá que correr a fines de diciembre para llegar a todas las casas de los chicos buenos del planeta.
Mi amiga Paula, que tiene dos años más que yo, me contó que en una noche de luna llena ella lo vio bien clarito. Y no iba solo, me dijo. Lo acompañaban dos ayudantes, uno en bicicleta, meta tocar timbre y otro en patineta, cantando villancicos. Claro, pobre Papá Noel, sino no podría con todo, ya está viejito y es muy gordote.
En la carta le pido una calesita para poner en mi jardín y subirme y dar vueltas como en molinete y sacar la sortija mil veces porque no me canso y quiero otra vuelta más, otra vuelta más, otra vuelta maaaaaaás. Ay, me agarró vértigo y vengo a los piques de cabeza al suelo. Pero entre las nubes que se agitan como las olas del mar aparece una escalera plateada llena de lucecitas que se prenden y apagan. ¡Igualito que el árbol de Navidad! Con una pirueta de equilibrista la agarro en el aire y después de balancearme un poco empiezo a bajar rapidito por los escalones.
- Abuela, abuela Lina. Vamos, despiértese que ya tiene el desayuno. Vamos, vamos, no se haga la sorda. Tiene que tomar el tecito y las pastillas para el dolor de piernas.
¿Quién es este estúpido que gira alrededor de la cama? Flaco estúpido. Vos no sos Papá Noel, sos un flaco estúpido que me hace tomar porquerías. Qué dolor de piernas si recién me bajé una escalera a toda velocidad. Nunca vas a subir a mi calesita, nunca. Porque vos sos grande y malo.
Olga Liliana Reinoso

LA GOTA DE LLUVIA


Una gota de lluvia se escapó del techo del quiosco y cayó en la cornisa de una baldosa.
Geraldine pasaba por allí y accionó el tobogán; la gota golosa penetró en el escote generoso y produjo cosquillas en Geraldine. Pero al pasar frente al quiosco, la cosquilla se volvió humedad.
Los ojos de Javier, el quiosquero, la mojaron de punta a punta. Toda ella llovía a cántaros y entonces, Javier, la cubrió con su capa y la secó con sus besos. En el corazón de Geraldine salió un sol radiante. Y la gota de agua quedó pendiendo de su cuello, como un diamante acuoso.

Olga Liliana Reinoso

OLIVERIO






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Contratapa Lunes, 24 de enero de 2011
Arte de Ultimar
Veinte motivos para leer a Oliverio Girondo
Por Juan Sasturain






Cinco por la negativa: las carencias

Uno. No saber quién es. Es el mejor motivo y el que a él más le hubiera gustado. Enterarse de que es –para muchos– el mejor poeta argentino del siglo XX es un dato que puede despertar al menos la curiosidad, primer paso hacia la posibilidad de tener una aventura; quiero decir: una experiencia que nos cambie la vida. Conocer a Girondo vale la pena precisamente por eso: te deja diferente de cómo te encontró.

Dos. No haberlo leído. Es una suerte, como no haber leído todavía a Pessoa o a Pound. O no haber ido a China o no conocer Africa. Se te abre un mundo desconocido, una puerta. A mí me pasó cuando tenía algo más de veinte, en la segunda mitad de los ‘60, y el Centro Editor lo reeditó en una colección barata y popular. Después encontré la edición de Losada de Persuasión de los días, de 1942, en Fray Mocho. Es lo que más me gusta de él. La tengo todavía.

Tres. No leer poesía en general. Oliverio está especialmente indicado para los prejuiciosos o escaldados por algún contacto negativo con textos poéticos que les provocaron desconcierto/rechazo/alergia/fastidio. Girondo se entiende y se disfruta. No necesita exégetas ni mediadores letrados (que los hay, casi en exceso). Jamás un libro suyo se te cae de la mano. Reconcilia con la poesía.

Cuatro. Estar amargado / estar engrupido. La lectura de Girondo (como la de Drummond de Andrade, por ejemplo) vacuna contra la estupidez de la queja sistemática y/o la autosatisfacción del acomodado en su molde comprado a plazos. Ni la hipocresía ni la autoconmiseración.

Cinco. Querer amasijarse / ser un boludo alegre. Incluso en sus momentos más jodones y festivos, Girondo habla en serio: nunca es solemne; y en los momentos de mayor desesperación –que los tiene– tiene la humildad de admirar el Misterio de lo dado y reconocer el Error, la soberbia pretensión manipuladora de saberes e instituciones (incluso el mismísimo lenguaje). Por eso nunca es patético. Te cura de la soberbia elocuente (regodeo en el sinsentido) y de la ignorante (hacerse el boludo).

Cinco por la positiva: los libros
Seis. Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922) y Calcomanías (1925). Su primer libro, desprejuiciado fundador de la vanguardia argentina de los ‘20, son viñetas, croquis, apuntes tomados al paso de Mar del Plata a Venecia, de Buenos Aires y Río de Janeiro a Venecia. Ahí está el “Exvoto”: “Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos para transmitirse los estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas del miedo de que el sexo se les caiga en la vereda”. Famoso. El segundo salió en España, con dibujos suyos. “Calle de las sierpes”, Sevilla, 1923: “Cada doscientos cuarenta y siete hombres / trescientos doce curas / y doscientos noventa y tres soldados / pasa una mujer”.

Siete. Espantapájaros (1932). El primero editado en Buenos Aires, y el más perfecto hasta entonces. Dos docenas de breves prosas inolvidables, algunas inquilinas habituales de toda antología: las setenta y dos acciones amorosas del texto 12. “Se miran se presienten se desean / se acarician se besan se desnudan / se respiran se acuestan se olfatean”. Las maravillosas maldiciones del 21: “Que te enamores tan locamente de una caja de hierro que no puedas dejar, ni un momento, de lamerle la cerradura”. Qué bárbaro.

Ocho. Persuasión de los días (1942). Son poemas existenciales, si cabe; la pura intemperie espiritual sin ningún tipo de franela compensatoria. “Dicotomía incruenta”: “Siempre llega mi mano / más tarde que otra mano que se mezcla a la mía / y forman una mano (...) Por eso es muy posible que no acuda a mi entierro / y mientras me riegan de lugares comunes / yo me encuentre en la tumba / vestido de esqueleto / bostezando los tópicos y los llantos fingidos”.

Nueve. Campo nuestro (1946). Ya a fines del ’30 había vuelto –con la crisis, con la guerra, con el desastre europeo– a mirar para adentro, a reflexionar sobre la cuestión nacional: la cultura, la economía, incluso el paisaje. Hay varias versiones, hasta el cincuenta, de sus poemas a la (redescubierta) pampa primordial, vaca madre, plana nada elocuente. Es el Girondo menos conocido y manipulable.

Diez. En la masmédula (1956). Es el final, el salto en el vacío experimental, la ruptura de las palabras y de la sintaxis, la busca absoluta. Es el Girondo que seduce a surrealistas tardíos (Molina) y marca el camino de la puesta en tensión extrema del instrumento que empujará a la larga a algunos de los mejores, como Lamborghini, a sus propios confines. “El puro no”: “El no / el no inóvulo / el no nonato / el noo (...) / el macro no ni polvo / el no más nada todo / el puro no / sin no”. Apaga y vámonos.

Cinco por cuestión de salud
Once. Saber reír. Con Girondo, el humor irrumpe en la poesía argentina como un pedo en misa, un chiste verde en un velorio, un codazo en un desfile. Se da y concede permisos. Del humor ingenioso –que comparte con Ramón Gómez de la Serna, por ejemplo– saltará al humor negro y escatológico. No es un adorno, ni un chiste. Es una manera (la única digna) de mirar el mundo.

Doce. Cagarse en (casi) todo. La irreverencia (“¡Se celebra el adulterio de la Virgen María con la Paloma Sacra!”, de “Verona”) y la provocación iconoclasta que picotea los bordes de los tabúes con ingenio y desparpajo tienen una violencia corrosiva inusitada. Espantapájaros, por ejemplo, no es sólo una provocación sino un libro memorable, único para su época y para nuestra cultura.

Trece. Saber enojarse. Girondo no es un ruidoso payaso oportunista íntimamente integrado sino un observador feroz de la sociedad y las costumbres perversas de su tiempo. “Lo que esperamos”: “Yo sé que todavía / los émbolos / la usura / el sudor / las bobinas / seguirán produciendo / al por mayor / en serie / iniquidad / ayuno / rencor / desesperanza / para que las lombrices con huecos portasenos / las vacas de embajada / los viejos paquidermos de esfínteres crinudos / se sacien de adulterios / de hastío / de diamantes / de caviar / de remedios”.

Catorce. Celebrar la vida. Porque a la hora de reconciliarse con el mundo, ya despojado del “miasma” del comercio humano, a contrapelo de una “civilización” descaminada, Girondo descubre –y sabe revelar para nosotros– el soberano estupor ante lo natural visto con mirada adánica. “Inagotable asombro”: “Este perro / este perro / ¡Indescriptible! / ¡Unico! / (...) Cotidiano, inaudito / que demuestra el milagro / que me acerca al Misterio / que dan ganas de hincarse / de romper una silla”.

Quince. Angustiarse en serio. Pocas veces en la poesía contemporánea –en la latinoamericana, sólo en Vallejo– la expresión de la angustia ante las cuestiones de sentido que atraviesan al poeta en vida y muerte, alcanza la radicalidad –sin clichés ni recetas verbales o existenciales– del último Girondo. En la masmédula es, como sucede con un solo de Parker, un gesto definitivo e irreductible.

Y cinco porque sí
Dieciséis. El nombre que le pusieron. Llamarse así no suele ser gratis. Qué hace alguien que se llama así. Y de chiquito. Hay que bancársela. Creo que en su caso fue un estímulo: debió estar a la altura, con ese nombre de payaso, equilibrista o político radical al estilo Crisólogo Larralde. Toda su obra es un comentario, una prolongada digresión tragicómica a partir de su nombre.

Diecisiete. La cara que tenía. También tuvo que hacer algo con la cara, remontarla. En eso, como Macedonio (otro que vino con un plus nominativo), ganó cara y equívoca venerabilidad con el tiempo. Era de ojos saltones, dientudo y con mentón fugitivo: las caricaturas de la época son alevosas. La barba lo disfrazó, pero operando al revés de las caretas: lo puso grave, reservando la gracia y la ironía para los ojos.

Dieciocho. Las cosas que hacía. Las jodas famosas, la prolongada estudiantina, su espíritu juguetón, iconoclasta. El memorable lanzamiento por calle Florida, en coche fúnebre, de Espantapájaros, con el muñeco de la tapa, dibujado por Bonomi, convertido en escultura de papel maché, y con chicas vendiendo el libro.

Diecinueve. La mujer con la que se casó. Un hombre también se justifica/explica por las mujeres que amó y lo amaron. Oliverio conoció a la brillante colorada Norah Lange en 1926 y se casaron en el ‘43. Fue su mujer, su amiga, su cómplice talentosa. La oradora de banquetes que supo reunir en Estimados congéneres, la memoriosa de Cuadernos de infancia, la novelista de Personas en la sala.

Veinte. Las fechas del almanaque. Acaso sea un pretexto que hoy, 24 de enero, se cumplan 44 años de la muerte de Oliverio, en el verano de 1967. Norah lo sobrevivió sólo cinco más. El otro pretexto que nos da el almanaque para leer a Girondo es que este año, el 17 de agosto, se cumplen 120 de su nacimiento en 1891. A ver si nos acordamos.

domingo, 23 de enero de 2011

ENTRE ESTE TIPO Y YO HAY ALGO PERSONAL

Hace dos días publiqué en este blog una nota enviada por una amiga vía correo electrónico, en la que se hacía referencia al programa de Tinelli y hablaba de incumplimiento "de un sueño". Inmediatamente, recibí dos comentarios firmados por personas con identidad incompleta, ya que uno era Juan y el otro/a Anónimo, que decían que se trataba de correo basura que involucraba a gente inocente. Ante la falta de certeza -tanto de un lado como del otro- y porque realmente se hacía mención de una "soñadora" contra quien no tengo nada que decir, opté por el principio "in dubio pro reo" y decidí suprimirlo.
Pero como cada día más creo en las causalidades, acabo de abrir otro mensaje en contra de Tinelli. Está firmado por Axel Rivas, director del programa de educación del Cippec (http://www.cippec.org/). La nota aparece en la página web http://ahoraeducacion.com/2010/12/28/el-amargo-triunfo-de-tinelli-por-axel-rivas/

y en la misma se vierten conceptos con los que estoy absolutamente de acuerdo, algo así como mi pensamiento en boca de otro.
Cito:

"Según los docentes, los efectos de la "maquinaria Tinelli" sobre el sistema educativo, son devastadores.
Una maestra lo resumió así; " Tinelli me venció. Tengo que decirlo, no voy a bajar los brazos, pero la pelea ya la perdí".

Los docentes señalan efectos directos e indirectos del fenómeno Tinelli; niñas de 8 años bailando sensualmente en el mástil de la bandera; una gran proporción de alumnos que se acuestan diariamente a las 12,30 para ver el show y llegan dormidos a la escuela; cambios en el lenguaje, cada vez más rudimentario y agresivo; incontables horas escolares en las que los alumnos comentan solamente las novedades de Tinelli, como si nada más existiera en sus vidas.

La lógica del programa lo dice todo. La fama como valor sin ningún esfuerzo, mérito o respeto; la arbitrariedad payasesca del jurado y las reglas cambiantes y "arreglables" del concurso; el maltrato y la agresión como forma de rating-relación; la exposición de la intimidad como método de venta.

Casi podría decirse que éste conjunto de valores parece un "anticurriculum", un verdadero reverso de la escuela deseada.

¿Quién querría que la escuela eduque en éstas lógicas? Pero incontables padres dejan que sus hijos se adapten a éstos valores diariamente."

(...)"No podemos escuchar más a un docentes decir que Tinelli lo venció.

Todos debemos responder ante lo que contemplamos en la pantalla silenciosamente. En ése silencio se forma la cultura dominante, nunca antes tan banal y tan cínica.

En éstos días de "tinellización" de la realidad, se juega buena parte del destino educativo.

Esto debería asombrarnos, para despertar del letargo y responder con armas educativas y éticas, que hoy parecen "contraculturales"." (Fin de cita)


Desde mi humilde lugar de docente y trabajadora de la cultura, hace 20 años que sostengo a viva voz el daño que este conductor y su entorno han producido en la sociedad argentina -muy especialmente en las generaciones de jóvenes a los que culpamos de todo-. También sostengo que detrás de un chico "que se porta mal" hay un adulto que no se hizo cargo. Y en este caso en particular, es inmensa la cantidad de adultos "tinelliadictos" que con la excusa de que les gusta ver bailar, consumen toda la basura (ESTO SÍ ES BASURA) tinelliana.

Recuerdo una frase de Gandhi (si la memoria no me traiciona): "el peor acto de la gente mala es el silencio de la gente buena".
En la nota acusada de apócrifa también hay conceptos que quiero rescatar. Cito:


"Hace rato que venimos asistiendo a esta desnaturalización que promueve
Tinelli aparentemente sin límites, instalando en el imaginario
colectivo la idea de que es "normal" o "natural" que la mujeres se
desnuden y se presten para las consignas más degradantes, y las
personas en general se rebajen a ser objeto y pierdan lo que las
dignifica y humaniza por dinero (y hablamos de TODOS los participantes
del programa).


Promueve además de misoginia y prostitución (no sólo de las mujeres),
la desvalorización absoluta de las personas y de la VIDA.

Agravado porque utiliza un doble discurso (Bailando por un Sueño, un
sueño que supuestamente es para ayudar a otro/s a costa de ofrecerse
en la pantalla como objeto).
A esta gente (hablo de Tinelli) entre todos le estamos llenando el
arca de millones de pesos!!!!!!!! PARA PENSAR!!!!!!!!!!
La propuesta es:
*DEJÁ DE VERLO (sin excusas)
LA MEJOR MANERA QUE TENEMOS A NUESTRO ALCANCE PARA DECIR "NO" ES
CAMBIANDO DE CANAL O APAGANDO LA TV.
* NO LE DES RATING al desamor, al vacío, a desvalores, a la
pornografía disfrazada ...
* RECHACEMOS A LAS EMPRESAS QUE LO APOYAN Y NO COMPREMOS SUS PRODUCTOS." (Fin de cita)


Como no quiero hacer uso del silencio cómplice, una vez más he dicho lo que pienso.




There is a new comment on the post " El amargo triunfo de Tinelli, por Axel Rivas*". http://ahoraeducacion.com/2010/12/28/el-amargo-triunfo-de-tinelli-por-axel-rivas/

Author: armando marval

Comment: Tiene toda la razón. Lo que está ocurriendo con los canales y algunas emisoras de radio es una locura, ya que nadie ejerce el control al que el Estado está obligado, paracensurar conductas como las que comenta el editorial. Hay que recordar que todos los medios electrónicos que partticiparon de un concurso público para obtener una licencia, presentaron obligatoriamente una carpeta en la que proponían la programación, que debía cumplir estrictos niveles de calidad. Por qué el gobierno no actúa y castiga a ésos medios por "inclumplimiento de las pautas convenidas"? O le tiene miedo a los Tinelli y González oro????????

See all comments on this post here:http://ahoraeducacion.com/2010/12/28/el-amargo-triunfo-de-tinelli-por-axel-rivas/#comments

viernes, 21 de enero de 2011

PLATH y HUGHES





Viernes, 21 de enero de 2011
CONTRATAPA

Me faltó decirte



Por Juan Forn




El invierno de 1963 fue el peor del siglo en Inglaterra. El país estaba paralizado, el agua se congelaba en las cañerías, había cortes de energía y escasez de carbón. La desolación de ese invierno dejó muchas imágenes pero ninguna ha logrado resumirla más cabalmente que la madrugada del 11 de febrero, cuando Sylvia Plath entró en el cuarto de sus hijos, les dejó dos jarros de leche y dos panes con manteca, se encerró luego en la cocina, selló puerta y ventana con toallas mojadas, abrió la llave de gas y puso la cabeza dentro del horno.

La escena es tóxicamente célebre: los hijos de Plath tenían uno y dos años; ella acababa de cumplir los treinta y estaba escribiendo como nunca antes en su vida; a las nueve de la mañana debía llegar al departamento una niñera recomendada por el psiquiatra de Plath (que había intentado en vano convencerla para que se internara o, al menos, se dejara ayudar); los bomberos debieron echar abajo la puerta para salvar a los niños; el padre de las criaturas, el también poeta Ted Hughes, no aparecía por ningún lado. La escena pedía a gritos un culpable y Hughes daba el papel a la perfección: todo Londres sabía que la separación de la pareja se debía al borrascoso romance de Hughes con otra poeta llamada Assia Wevill.

El matrimonio de Hughes y Plath parecía bendecido por las musas: él era la gran promesa de la poesía inglesa, ella su equivalente norteamericano. El venía de clase baja rural de Yorkshire, ella de la intelectualidad judía de Boston. El hablaba de las fuerzas oscuras de la naturaleza; ella de los campos de concentración de la mente. Menos de dos horas después de conocerse en Cambridge, ya habían tenido sexo y se habían dedicado un poema uno al otro. Bajo el influjo de esa fiebre se casaron. Pero, como dijo el gran Seamus Heaney, “cuando dos poetas tan originales se unen, cada línea que escribe uno le da al otro la sensación de que le fue extraída de su cráneo. A cierto grado de intensidad creativa, que la musa le sea infiel a uno con su pareja debe de ser más insoportable que verla enredada con un ejército de amantes”. Plath logró encontrar su verdadera voz al separarse de Hughes, como quedó en evidencia cuando aquellos poemas finales se publicaron después de su muerte. Hughes fue el responsable de la edición. Lo acusaron de dejar afuera los poemas que más duros eran con él, aunque los que había dejado eran igualmente duros, y eran mejores poemas. Plath no era un novata en la ceremonia del suicidio. De hecho, creía que la seriedad de sus intentos (uno en EE.UU., dos en Inglaterra) la autorizaba a hablar como lo hace en su célebre poema “Lady Lazarus” (“Morir es un arte / yo lo hago excepcionalmente bien / se diría que tengo el don”). Robert Lowell, que prologó aquel libro póstumo y que también habría de suicidarse, dijo que esos poemas “juegan a la ruleta rusa con seis balas en el cargador”. Pero entonces Assia Wevill hizo ella también La Gran Plath (hornallas, gas, todo) con el pequeño adicional de que se llevó al otro mundo a la hijita de dos años que había tenido con Hughes, y el veredicto quedó sellado para siempre.

Hughes se fue a vivir al campo con los dos hijos que le dio Plath. Dijo que su vida estaba terminada; que sólo sobrevivía póstumamente (volvió a casarse, es cierto, pero con una enfermera, signifique lo que signifique). En sus escasas apariciones públicas le gritaban asesino. Una feminista le dedicó una famosa diatriba que empezaba “Yo te acuso, Ted Hughes...”. La tumba de Plath era sistemáticamente vandalizada para borrarle el Hughes del “Sylvia Plath-Hughes” que figuraba en la lápida (y, cuando Hughes mandó adecentar la lápida, lo acusaron de querer anonimizar la tumba de Plath). Así fueron pasando los años hasta que, en 1998, poco antes de sucumbir al cáncer, Hughes dejó listo un libro titulado Cartas de cumpleaños. Como el Ariel de Plath, también se publicó póstumo. Es, en opinión unánime, el mejor libro de Hughes. Consiste enteramente de poemas dirigidos a Plath. Desde mediados de los ’60, Hughes había empezado a escribirle cartas a su mujer muerta el día del cumpleaños. Eran poemas que bajaban solos, que no podía ni corregir y que le parecían tan privados que dejó que se fueran acumulando en el fondo de un cajón. Nadie supo de ellos hasta que salió Cartas de cumpleaños. Después de décadas de obstinado silencio, aquel puñado de poemas ofrecía todo lo que Hughes tenía para revelar sobre Plath y él y Assia Wevill (“¿cuánto de tu muerte se debió a mis insanas decisiones? / ¿y cuánto de la muerte de ella a mis insanas indecisiones?”).

Los plathianos acusaron al finado de “falsear la verdad de los hechos desde la tumba” mientras se apresuraban a agregar a sus biografías y estudios sobre Plath hasta el más mínimo insight sobre la pareja que ofrecían los poemas. Hughes sólo se abstenía de hablar de aquella madrugada fatal de febrero de 1963. Recién el mes pasado se supo (y armó flor de revuelo) que dejó fuera de la versión final de Cartas de cumpleaños un poema que iba a titular “Ultima Carta”, que comienza diciendo “Qué pasó aquella noche, tu última noche” y termina cuando una voz en el teléfono deposita en el oído de Hughes esas cuatro palabras como cuchillos: “Su esposa está muerta”. En el poema, Plath quema en presencia de Hughes una nota suicida que le había enviado por correo dos días antes de matarse (el correo inglés era tan eficaz que no le dio tiempo de cumplir su cometido: Hughes irrumpió antes en su departamento). En el poema, Hughes pasa la noche en el piso de una mujer (que no era Assia Wevill, como siempre se supuso), mientras Plath baja una y otra vez al teléfono público de la esquina (en su departamento no tenía) intentando infructuosamente localizarlo. En el poema, Hughes entra ya de mañana en su casa de soltero, se acomoda frente a sus papeles, cuando el teléfono “despertó electrizado y una voz como un arma elegida especialmente soltó en mi oído esas cuatro heladas palabras: Su esposa está muerta”. En el poema, como en el resto del libro, Hughes se dirige evidentemente a Plath, como un hombre que está por morir le habla a su esposa muerta. Pero los plathianos siguen convencidos de que Hughes se dirigía a ellos: es tan necio su morbo que siguen creyendo hasta hoy que alguien les debe explicación por lo sucedido aquella madrugada de 1963.

Uno de los hijos de Plath y Hughes, el varón, Nicholas, se ahorcó en su casa de Alaska hace un año. Vivía allí solo, aislado del mundo. La hija mujer, Frieda, es la única que sigue viva. Cuando se estrenó hace poco una infame biopic con Gwyneth Paltrow haciendo de Plath, publicó un breve poema que dice: “Ahora hay una película / para aquellos incapaces de imaginar solos / su cadáver, su cabeza en el horno / Y dicen que yo les debo sus últimas palabras / Porque algo hay que poner en boca / de ese monstruo que han creado / Ya saben quién: Sylvia, La Muñeca Suicida”.


ÚLTIMA CARTA

¿Qué ocurrió esa noche, tu última noche?
Doble, triple exposición de todo.
Viernes en la noche, la última imagen tuya viva, quemando en el cenicero la carta que me enviaste, con esa sonrisa tan extraña.
¿Qué fue lo que dijiste sobre los restos humeantes de esa carta, aniquilada tan cuidadosamente, con tanta calma?
Eso me permitió dejarte ir, y soplar las cenizas de tu plan cerca del cenicero, donde me dejaste ver el teléfono del doctor.
Mi huida se había convertido en una presa de caza, insomne, desdesperanzada, con los sueños exhaustos.
¿Qué pasó esa noche con tus horas? Nadie sabe, es como si nunca hubiese pasado.
Qué acumulación de tu vida, como un esfuezo inconsciente, como un nacimiento que empuja una membrana cada lento segundo. Sólo pasó, como si no pudiese ocurrir, como si no estuviera ocurriendo.
Había empezado a escribir cuando sonó el teléfono.
Una voz, como un arma perfecta o una inyección a medida, fríamente disparó cuatro palabras a lo más profundo de mi oído: “Su esposa ha muerto”.




miércoles, 19 de enero de 2011

LETRA DE LA CANCION PORTA - LA BELLA Y LA BESTIA (CON NORYKKO) (TRASTORNO BIPOLAR)






Es solo una historia más..
La Bella y la Bestia

[Porta]

Ella era bella,
fragil como una rosa,
el era una bestia
esclavo de sus impulsos.

Único dia que les ataron esposas
ya no eran niños,
crecieron, se hicieron adultos juntos.

Todo marchaba bien,
eso parecía en su primera luna de miel
juró serle de por vida fiel
y ella a él,
una historia como otra cualquiera (si)
quien les ve y quien les viera.

Pero el tiempo pasa
y las relaciones se agotan
se cansan,
ella ni lo nota
porque está ciega,
ciega de amor.

Pero él no aguanta la monotonía
ya no quería ser dueño de una sola tía
o eso le decía a sus colegas de copas.

''Yo salgo con otras, pero ella ni lo nota''

Bella estaba ciega
pero no era tonta,
ya dudaba.

Tantas noches sola
cuántas horas de la madrugada.

La primera vez fue la más dolorosa,
te regalo una infidelidad por cada rosa
y es que el perdón será tu debilidad
pero lo que pasa una vez
siempre sufre de una vez más.

[Estribillo]

Este cuento no es eterno
debo salir ponerle un fin
ser más fuerte que esa bestia
debo salir
quiero vivir
quiero vivir.

[Norykko]

Tantas cicatrices ya no puedo más
me duelen las entrañas
de tanto sangrar...

No existe un maquillaje que pueda tapar
este moretón que es mi corazón
Ya no sé cuánto más tiempo podré aguantar
ya no me quedan lágrimas para llorar
el peso de estos años me doblan la edad.
En cada rincón tengo un moretón.

Dime que esto no ha pasado
tú dime que el barrio ha olvidado
mañana todo habrá cambiado
y esto será solo un horrible recuerdo.

Sé que me quieres mi vida
yo sé que no habrá más heridas
mañana será un nuevo día.
Y otra vez seremos felices de nuevo.






[Porta]

Empiezan las discusiones,
parece que a él no le gustan,
se vuelve insensible y agresivo
y a Bella le asusta.

Lagrimas caían,tras un empujón
y el primer puñetazo,
te conformas con un perdón
y un simple abrazo.

No quieres darle importancia
porque no quieres perderlo
pero sientes impotencia
y a la vez pánico y miedo.

No puedes creerlo todavía,
después de tantos años
''Te preguntas por qué te has caído en el puente''

El silencio no te ayuda,
sé que no sabes qué hacer,
sabes que fue la primera
y no será la última vez.

Creeme sé que no quieres más problemas
pero no te quedes en silencio
si tu marido te pega.

Porque no le perteneces,
te mereces mucho más.
Ese cretino tiene autoridad
se la das y él se crece.






No puedes detenerle,
no puedes defenderte,
no puedes hacer más que rezar por tener suerte.

Cada dia es más normal
pasar del amor al odio,
se convirtio en algo habitual
otro mal episodio.

Bestia no te quiere
pero quiere que seas suya
para siempre.

''¡Si no eres mía, no serás de nadie! ¿entiendes?''

Bella no podía más,
él cada día era más bestia.

Cuando ella quiso hablar
ya era demasiado tarde,
se dio cuenta de que vivía junto al mal
'La Bella y la Bestia''
Prefiero no contaros el final.

[Estribillo]

Este cuento no es eterno
debo salir ponerle un fin
ser más fuerte que esa bestia.
Debo salir
quiero vivir
quiero vivir

[Norykko]

Tu final atravesó mi alma en solo un compás
callaste mis lamentos con brutalidad
me has convertido en un triste numero más
Tu triste corazón fue tu perdición.

Es demasiado tarde para ir hacia atrás
no volveré a tener otra oportunidad
seré solo un mal día en la prensa local
Pero mi dolor sera tu prisión.

Y si yo ahora puediera cambiar en algo tus miserias
daría todo porque entendieras
solo un segundo de mi sufrimiento.

Espero que al menos mi historia
no quede solo en la memoria
Y traiciona nuestra trayectoria,
Que no se repita jamás este cuento.

[Estribillo]

Este cuento no es eterno
debo ponerle un fin (¡Porta!)
ser más fuerte que esa bestia. (¡Norykko!)
Quiero salir
quiero vivir. (Trastorno Bipolar)

Sé más fuerte que esa Bestia
debes salir,
vuelve a vivir.

(La Bella y la Bestia)

Sé más fuerte,
camina hacia adelante,
no te rindas,
no te quedes en silencio.

domingo, 16 de enero de 2011

Enviado por Paulina Jusko

Antes que se nos vaya la Ñ (Ma. Elena Walsh)


Y vamos todavía con la Ñ ¿no es linda?


LA EÑE



(María Elena Walsh)


La culpa es de los gnomos, que nunca quisieron ser ñomos.



Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio... Todos evasores de la eñe.



Señoras, señores, compañeros, ¡amados niños!... ¡No nos dejemos arrebatar la eñe!



Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración.

Ya nos redujeron hasta el apócope.

Ya nos han traducido el pochoclo (pop corn).
Y como éramos pocos, la abuelita informática, ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe, con su gracioso peluquín.



Quieren decirme, ¿qué haremos con nuestros sueños?

Entre la fauna en peligro de extinción, ¿figuran los ñandúes y los ñacurutuces?

En los pagos de Añatuya, ¿como cantarán Añoranzas?

¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo?

¿Qué será del Año Nuevo... El tiempo de ñaupa...?

Aquel tapado de armiño, ¿y la ñata contra el vidrio?


¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní?



"La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa.Y como la gente, sufre variadas discriminaciones.



Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K...

Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda; la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados, después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui.



A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo.

Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta.


Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada, también por pereza y comodidad.


Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños... ¡Impronunciables nativos!...

Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece.

Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido, porque así se nos canta.


No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski.
Ninios, suenios, otonio... Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda, y vuelva a llamarse Hispania.



La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software.

Luchemos para no añadir más leña a la hoguera, donde se debate nuestro discriminado signo.
Letra es sinónimo de carácter...

¡Avisémoslo al mundo entero por Internet!

viernes, 14 de enero de 2011

¡Qué belleza!

CONTRATAPA

Mirando dormir a una mujer

Por Juan Forn

En medio del acto sexual, un hombre repara en que le ha sacado unas gotas de sangre al pecho de su amada, no entiende cómo. Ella tampoco, cuando él se lo hace ver después del orgasmo: ni siquiera puede localizar el punto de donde salieron esas gotas de sangre. En la vida de ese hombre, esa joven terminará siendo únicamente ese momento: aquel en el que aprendió que los labios pueden, si son lo suficientemente suaves, sacar sangre del cuerpo amado sin que duela, más bien al contrario.

Si tuviera que elegir una escena que encarne el erotismo elegíaco en su máximo esplendor, sería ésta. Si digo que la escena es de Kawabata, parecerá que estoy diciendo que es ciento por ciento japonesa pero, para llegar a ese ciento por ciento de niponidad, Kawabata la completa así: el hombre que recuerda esa escena ya tiene 67 años, está en la cama con otra muchacha, la muchacha es virgen, está dormida y él ha pagado el doble de lo que pagaría para estar con una muchacha despierta (incluso con una virgen) porque en esa casa secreta, en el fondo oscuro de la noche japonesa, los viejos –que son tan viejos que ya no pueden ni satisfacer ni obtener satisfacción de una mujer en la cama– pagan por pasar la noche junto a una muchacha virgen dormida. El sueño es inducido por narcótico. Las muchachas están dormidas cuando el cliente entra en la habitación y siguen durmiendo cuando culmina su tiempo con ellas, con las primeras luces del amanecer. No se puede dormir dos veces con la misma muchacha. Nada de mal gusto puede hacérseles (el eufemismo es clásicamente japonés, pero se cumple a rajatabla, a la manera japonesa, por supuesto). Al despertar, la muchacha ignorará si el hombre con quien compartió la noche la abrazó, la besó o lamió o mordió o lloró sobre su cuerpo núbil, o simplemente yació a su lado sin tocarla, intoxicado de recuerdos, como el personaje de Kawabata.

Kawabata tenía sesenta años cuando escribió La Casa de las Bellas Durmientes. Pero cuando tenía treinta escribió País de nieve, donde hay un personaje que es un experto en ballet occidental, aunque jamás ha visto uno con sus propios ojos. No es una pose sino una concepción estética: prefiere contemplar el rostro de una joven que viaja en su vagón de tren a través del reflejo que ofrece la ventanilla, en lugar de mirarla directamente, porque de esa manera logra la distancia que le permite valorar la belleza sin sus “accidentes” (de ahí su negativa a asistir a funciones de ballet en vivo). En los días más fríos del año, este diletante de Tokio parte en tren a las montañas donde se hace la seda Chijimi: la seda Chijimi es hilada por jóvenes vírgenes en oscuros sótanos al rojo vivo, luego es puesta a secar sobre la nieve un día y una noche enteros, hasta que alcanza el punto de blancura que habrá de convertirla en la tela perfecta para kimonos de verano, porque su hilado “conserva como ningún otro el espíritu de la nieve”.

Antes de descubrir las termas de montaña y el espíritu de la nieve, cuando era un joven veinteañero, Kawabata acompañó un día a su amigo Akutagawa a elegir una prostituta por las calles de Asakusa, el famoso Sexto Distrito, conocido como la letrina de Tokio, porque allí convivían los marginales tradicionales que hacían nido en los alrededores de cada gran templo nipón y la “nueva promiscuidad” que generaba el culto a lo occidental en Japón. Detrás del templo Kanon, cuyos jardines daban al río, los callejones de Asakusa hervían de varietés, vendedores de pájaros, fabricantes de kimonos, viejos calígrafos, informantes de la policía, geishas impolutas y mendigas prostitutas. Asakusa ofrecía toda la gama concebible de diversiones y perversiones a la japonesa, y a imitación occidental. El joven Kawabata había pisado por primera vez Asakusa poco después de llegar a Tokio, a los dieciséis. Había visto morir a sus padres, luego a su única hermana, luego a su abuela y por fin al abuelo, que se lo llevó a vivir al campo. En uno de los mil cafés de Asakusa vio, rodeado de chicas hermosas, a Tanizaki (que era trece años mayor que él y ya disfrutaba de fama como escritor), y decidió qué quería ser en la vida.

Desde entonces vivía en el Sexto Distrito, razón por la cual le resultó de lo más normal acompañar a su compadre Akutagawa a elegir una prostituta. Lo que le sorprendió fue que su excéntrico amigo llevara el rostro maquillado de blanco, y más aún le sorprendió que ninguna prostituta quisiera irse con él, siendo un cliente altamente apreciado. Hasta que oyó los cuchicheos de las muchachas: creían que Akutagawa era un fantasma. Tres días después, el pronóstico se hizo realidad: Akutagawa había calculado cuidadosamente la dosis de veronal que ingirió, para que su cadáver luciera plácido; por eso en los días anteriores empezó a blanquearse la cara para que sus “mariposas de la noche” se fueran acostumbrando a verlo muerto.

Tanizaki diría años después que todos ellos querían escribir lujurioso, pero les salía elegíaco porque estaban hablando de un mundo que moría delante de sus ojos. Cuando dijo “todos” se refería en realidad a cuatro: Kawabata y Akutagawa y él y Kafu. Kafu era el preferido de los otros tres, quizá porque era el más disipado, quizá porque era al que menos le importaba escribir de los cuatro. Kafu se casó una vez, contra el consejo de sus amigos, con una geisha tan disipada como él. Era pleno invierno y no tenían ni para el fuego del caldero, así que se limitaron a permanecer abrazados, dándose calor uno al otro. “Cuando se rasgaba alguno de los paneles de papel de las puertas de nuestra habitación, lo cubríamos con las cartas que nos habíamos ocultado hasta entonces el uno al otro, y nos leíamos en voz alta los pasajes más escabrosos, mientras intentábamos que no se colara más frío en la habitación. Puedo dar fe de que ése es un placer que jamás conocerán los que tienen dinero.”

No sé exactamente qué estoy tratando de decir, pero lo poco que he logrado saber de las mujeres lo aprendí leyendo libros de ellos y mirándolas dormir a ellas.

miércoles, 5 de enero de 2011

Enviado por Franco Gariboldi


EL MANIFIESTO AMBIENTAL DE NOAH SEALTH
La carta del jefe indio Noah Sealth, 1854

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En el año 1854 el jefe indio Noah Sealth respondió de una forma muy especial a la propuesta del presidente Franklin Pierce para crear una reserva india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. Suponía el despojo de las tierras indias. En el año 1855 se firmó el tratado de Point Elliot, con el que se consumaba el despojo de las tierras a los nativos indios. Noah Sealth, con su respuesta al presidente, creó el primer manifiesto en defensa del medio ambiente y la naturaleza que ha perdurado en el tiempo. El jefe indio murió el 7 de junio de 1866 a la edad de 80 años. Su memoria ha quedado en el tiempo y sus palabras continúan vigentes.
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CARTA DEL JEFE INDIO Noah Sealth, 1854
"¿Como se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.
Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Como podrán ustedes comprarlos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los arboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.
Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
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Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es facil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.
El agua cristalina que corre por los rios y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
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Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.
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Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra de sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres, como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorara la tierra dejando atrás solo un desierto. No se, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena la vista del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.
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No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los arboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo, ¿Para que sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, asi como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento - la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espiritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
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Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una maquina humeante puede importar mas que el búfalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir.
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¿Que seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; Porque lo que le sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado.
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Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurriría a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.
Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.
Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con el de amigo a amigo, queda exento del destino común.
Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaría la ira del creador. También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminaran hacia su destrucción, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por que se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.. ¿Donde esta el matorral? Destruido. ¿Donde esta el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia."

PUBLICADO POR INFOPICO.COM

El ICAS, Institución piquense que sigue brindando un aporte importante a la cultura de esta ciudad

Miércoles, 05 de Enero de 2011 13:04
Publicado en Social - Local

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El Instituto Católico de Acción Social – ICAS-, es una institución de larga trayectoria en la comunidad piquense (Canal 4 estaba a su cargo, numerosas Asistentes Sociales hicieron la carrera en su Escuela de Servicio Social, es permanente la ayuda que brinda a comedores, la instalación de Radio María le corresponde, etc.) ha desarrollado extensas actividades a lo largo de su permanencia. Aquí, allegados a la institución, intentan resaltar las acciones realizadas en los últimos años vinculadas al área de Cultura y Educación.

Es muy importante destacar que todas las actividades contaron con el apoyo de la Dirección Municipal de Cultura, especialmente con su directora, la profesora María del Carmen García Suárez, que el año pasado convocó a todas las personas o entidades independientes relacionadas con la actividad cultural para conformar una agenda consensuada de modo que no se superpusieran las fechas de cada presentación.

Aquí el detalle de las acciones llevadas a cabo por el ICAS

· Ciclo de conferencias “ENTRENOSOTROS” contó con la alocución de Lucía Castelli, Estela Filippini, Juan José Penna y Olga Liliana Reinoso.

· Presentación del libro “Gente que dejó huellas”. Se trata de un trabajo de investigación realizado por alumnos de 9º año de la Unidad Educativa Nº 14 sobre los nombres de las calles de Pico. Aunque usualmente las nombramos por un número, todas las calles tienen también un nombre que alude a personajes históricos nacionales, provinciales o locales. Luego de un exhaustivo trabajo de dos años –y con el aporte económico de CORPICO- el libro vio la luz y fue presentado en el Concejo Deliberante, en la Unidad Educativa, en la Biblioteca de CORPICO y en el ICAS.

· “Cuentos con descuento” –primer libro de narrativa de Olga Liliana Reinoso- también fue presentado en la sede de esta institución.

· En dos oportunidades Elena Peñaranda, residente en Buenos Aires, ofreció seminarios de Narración Oral.

· Paulina Jusko, escritora de Villa Elisa (Bs. As.) vino a presentar su ensayo “El humor de las argentinas”.

· Un álbum de fotos y textos referidos a Astor Piazzola, fue presentado por su autor, el fotógrafo y periodista Carlos Carrizo, de Bahía Blanca.

· María del Mar Estrella –poeta y juglar- ofreció dos recitales de poesía.

· El espectáculo estrenado durante la Feria del Libro de la ciudad de Córdoba “Y nos puede matar una guitarra”, también pudo apreciarse en el Icas con la presencia de Marcelo Oliver –eximio concertista de guitarra- y el poeta Eduardo Chaves.

· Posteriormente, Eduardo Chaves regresó con Alejandra Oliver para dictar un curso de Narración Oral y brindar un espectáculo.

· Otro Seminario de Narración Oral fue coordinado por Maryta Berenguer, de Bahía Blanca y a su terminación se formó el grupo de narradores piquenses “YCOMIERONPERDICES”.

· En diferentes años se convocó a certámenes literarios: A) “Conociendo nuestras raíces para saber y ser más” (2004) destinado a alumnos de 7º, 8º y 9º año. Los trabajos ganadores y las menciones conforman un libro con el mismo título. B) “Queridos maestros” dirigido a todo tipo de personas, tuvo como objetivo homenajear a los maestros a través del recuerdo. C) Certamen de poemas ilustrados con temática referida al Bicentenario.

· A un mes de su fallecimiento, se rindió homenaje a la profesora Doris Gonzalo, de Santa Rosa, que había dictado un curso sobre Literatura Pampeana y otro de lectura y análisis de textos literarios.

· Durante el año 2010 se realizaron actividades en conjunto con la diputada Silvia Petitti. Para el Mes de la Mujer dieron charlas sobre distintos aspectos de cuestiones de género, Claudia Giacobbe, Nilda Masci, Mónica Molina y una representante del Grupo Grameen, directamente relacionado con el mundialmente conocido “Banco de los pobres”.

· Se presentó el libro póstumo de Mirta Isabel Amestoy, editado por el Fondo Editorial Rionegrino: “Cuentos de Amor y de los otros”.

· Laura García y Olga Liliana Reinoso presentaron su espectáculo “Mujeres con Voz y Voto”, una interesante mixtura de poemas, canciones y cuentos.

· “Decires y Cantares” fue el nombre del recital que brindaron Oscar Boetti y Sergio Rossini, combinando también música y palabras. Boetti interpretó canciones propias y ajenas, lo mismo que hizo Rossini con los textos literarios que leyó.

· Mario Grassi con la guitarra y Vanina en los teclados ofrecieron una noche llena de humor y buena música.

· A fines de noviembre Rodolfo Zorzi presentó su primera novela “Teléfono para vos”, entretenida trama en donde se entrelazan el erotismo, la intriga policial y la política.

· Un capítulo aparte merece el Taller Literario “Cruz del Sur”, con muchos años de continuidad, una antología publicada y la oferta para adolescentes y adultos. Recomenzará sus actividades en el mes de abril. Quienes deseen integrarlo, deberán contactar a su coordinadora, la escritora Olga Liliana Reinoso.

· De los libros mencionados, se pueden conseguir “Gente que dejó huellas” (Biblioteca de CORPICO y Arte Propio en Multiespacio MEDANO); “Cuentos de amor y de los otros” (Arte Propio) y “Teléfono para vos” (librerías de la ciudad).

La sede del ICAS queda en calle 19 Nº 681, entre 14 y 16.

martes, 4 de enero de 2011

En los días de lluvia aparecen cosas



De: juan manuel mascali Para: intercuento@yahoogroups.com Enviado: Miércoles, 11 de Febrero de 2004 05:59 p.m. Asunto: [intercuento] cuento

“Era más blanda que el agua...”

Para Olga Liliana Reinoso.

Es una tarde, Olga se acerca y me dice que no debería ser redundante. Yo le digo: tenés razón, pero no podía volver sin de alguna manera tonta no serlo.
Es una tarde de verano, algo sé que el verano, el calor, la luna o media luna, el sol tienen para que yo lo recuerde con tanta lucidez. Estamos sentados a punto de retirarnos de ese mundo de gente archiagotador. Hay una atmósfera calma, por momentos molesta, pero eso no nos perturba, estamos decididos a retirarnos, a no dar un paso atrás. Salimos. Por fin salimos y Olga vuelve a repetirme las palabras que ahora intento pronunciar correctamente: deberías no ser redundante. Me esfuerzo, lo logro, no es tan difícil, pero después de tantos años su imagen retorna como un pandemónium.
Conversábamos de todo un poco para que la conversación no se tornara
aburrida. Como dos niños, sí, y yo le comentaba la existencia de un objeto precioso, un cuadro del siglo XIII d. C., en donde el pintor describe paisajes con una magia urbana hermosísimos. Un cuadro para el gusto de los adultos pero los adultos ya se habían dormidos; se retiraban dejando el silencio. Es claro porque el silencio está representado por un espacio de dimensiones enormes en color verde, un pasto liso y fino como el de las canchas de tenis inglesas.
- Bueno; esa es la invitación de la que se sirve el artista; aunque no te guste, por lo menos te puede llevar a imaginar otros horizontes –me dijo Olga.
- Sí, está bien Olga –le dije–, pero eso que vos decís del arte, de lo que produce el arte en las personas que lo observan, y más en este caso que es un cuadro, una fotografía o secuencia concreta dispuesta para ese motivo, eso esta bien, siempre pasa, estamos acostumbrados a vivirlo de esa manera, pero por qué los niños están tan felices si fueron sus padres los que se dignaron a dejarlos con esa despreocupación fastidiosa en medio del campo sin nadie más que ese silencio enorme. Eso es lo que no termino de entender en el pintor, ¿qué es exactamente lo que quiso que nosotros pensemos al
observar su obra?
- Lo que no entiendo es por qué te enojás con las intenciones del artista. No me parecen que sean incoherentes, creo que el sentido está muy claro. Los niños se han ido, solo queda de ellos el sabor de la soledad, inmenso, lleno de praderas y colores olvidados, listos para ser algún día vueltos a recorrer. Eso es lo que a mí me deja su obra. Pero vos decís que, o intentas decirme, la escena, por decir así, pareciera no corresponder, no cuadrar con lo que para vos el artista intenta transmitir. Y eso es ya otro problema a
resolver.
Nos levantamos del banco y caminamos y hablamos de qué pensaría hoy Van Goght viendo este desorden de autos y callejas sin un mínimo de espacio disponible para la contemplación. Y los filósofos de antaño, y las comidas golosas, y las orgías griegas donde el vino se mezclaba con agua en fuentones de estaño repletos, casi una vida romana de reyes, todos los participantes a punto de convertirse en otra cosa mejor de lo que habíamos querido que fueran. Les cambiábamos la vida a todos, su maldito futuro, nos regocijábamos con él nuestro incierto, con las plantas que veíamos pasar
resplandecientes, con necesidad de agua algunas, la gente que comete esos olvidos imperdonables, todo lo diminuto se hacía grande, se tornaba en una discusión sin treguas que en algún momento sabíamos que caería en el mismo lugar de donde nosotros habíamos partido.
- Uno debería retener imágenes y hacerlas eternas, ¿no te parece? –Le pregunté a Olga con un ánimo que invitaba ninguna respuesta.
- ¿Estás bien?
- Sabes lo que me gusta de vos... que entendés claramente lo que a mí me pasa.
-Ahora no te entiendo.
- Sí, estoy bien. Algo melancólico pero estoy bien; ya lo sé: soy así.
- Bueno, cuando quieras hablar, aquí está Olga.
- No seas vieja usando ese tono casi burlón...
- Era vieja, o parecía.
- No, equivocada. Era un travesti.
- Ah, que bien, hemos progresado. ¿Cómo se llamaba?
- Mónica, creo.
- No sabes el nombre: retiro lo dicho.
- Nunca había estado con un travestí...
- ...Hasta que estuviste
- Sí, es un contrasentido.
- ¿Y qué es lo que te tiene mal, si pudiese decirle así
- Nada particular, no sentí nada, fue como si no hubiese estado con nadie. Una experiencia, supongo que podría llamarle así.
- Bueno, imagino que no querrás escuchar mis críticas porque ya las conoces, pero lo que te voy a decir es lo siguiente...
- ...mi consejera
- Entre paréntesis, okey: deja de probarte; nunca se obtiene nada bueno de las pruebas que le podemos hacer a nuestro espíritu. ¿Okey?
- Sí, mami consejera.
- ¿Por qué no te vas un poquito a la mierda, hijito del alma?
Había un bar en una esquina de esa ciudad turbulenta que se veía perfecto para sentarse un rato y descansar las piernas de la larga caminata. Un café, algunas media lunas, tenía hambre. Olga no. Prefería tomarse una gaseosa bien fresca. Sin ningún sándwich tampoco. Solo la gaseosa fresca. Es increíble, nunca comía o cuando lo hacía eran “emparedados” pequeñísimos, sin nada de sal, todo medido, a su medida, claro.
- ¿Nos sentamos en esta mesa? –Le pregunté a Olga.
- No, vamos a esta que tiene mejor paisaje –me respondió.
Estuvimos un buen rato en silencio. Lo disfrutábamos. Nos entendíamos sin que fuera necesario que yo le diga ni un sí ni un no de nada. A veces teníamos discusiones, de esas que suelen ponernos los pelos de punta, pero éramos amigos del alma, con el alma nos callábamos cuando el otro necesitaba ese silencio. Y ese silencio era majestuoso.
- I’m broke but I’m happy...I’m poor but I’m kind. Se me terminaron,
convidame uno, please.
Buscó fuego pero ya estaba yo sacando mi encendedor.
- He doesn’t play for the money he wins... Prefiero Sting.
- Yo también; en mi casa; aquí no quedaría mal.
- Por supuesto. Aunque tenés razón: demasiado ruido para apreciarlo.
Busqué un periódico que se encontraba en una mesa algo alejada. Los
titulares describían hechos. Cotidianos e internacionales. Se cumplía un año ya de la caída de las torres gemelas. La gente estaba impaciente y temerosa. Sin embargo, nadie discutía sobre política internacional. Los hechos caían por un peso que los apisonaba y los dejaba inmóviles. Nadie criticaba nada. Quizá en sus hogares fuera diferente, pensé.
- Aunque es envidiable cómo se permiten disfrutar la vida. De una manera tan diferente a la nuestra. Pero ese es su espíritu, ¿no?
- ¿A qué te referís? –Me preguntó Olga.
- Mira los titulares. ¿Okey?- Sí, ya te entendí. Es extraño.- Es una sociedad rara. La entiendo, pero me cuesta aceptarla. Creo que
solamente podría vivir en esta ciudad. Es más, sé que la pasaría muy bien.
- ¿Y entonces?- Parece que estuvieras leyendo... No importa. Horacio de Dios describió una situación: había muchas personas, entre ellas francesas, en un bar cerquita de acá, y a los franceses se les dio por cantar la marsellesa. Nadie dijo nada. Todos lo tomaron bien, sin molestarse, menos un hombre que saltó como los demonios de su asiento cantando el himno nacional. El ambiente se puso
denso. Pero a alguien se le ocurrió algo que superó a todas las melodías que se habían interpretado. Cantó New York, New York, y la imagen de Frank hizo lo que restaba. ¿Entendés?
- Bueno, para qué seguir explicando; más vale sigo leyendo.
- No te enojes, era una observación; nada más que eso.
- Tendrías que obtener otros modelos si quisieras hacer una “lectura” más justa de esta sociedad y no basarte únicamente en La Nación.
- Estás enojada.
- No, es la verdad.
- Estas enojada.
- Ya se me fue. Además, esa palabra no es la adecuada, es una más simple: molestia, y no sigamos hablando de esta tontería.
- Okey. Sory.
- Tengo que decirte algo importante.
- ¿Ahora?
- Dije algo importante.
- Perdón.
La miré con otro rostro. Su tono nunca lo había escuchado. No era de
preocupación, era de resignación. Quizá fuera otra cosa la que despertaron sus palabras. No lo sé, no quise anticipar ni proyectar mis temores.
- Tengo cáncer - me dijo secamente.
La miré, pensé muchas cosas, escogí las preguntas.
- ¿Dónde?- Cáncer de páncreas. Es inevitable. No hay nada que hacer.
- ¿Y quién dijo eso? ¿Qué te dijo él medico? Consultémoslo con otro clínico; yo conozco uno que es el mejor, no te podés quedar con una sola receta.
- Tranquilizate. Ya lo hice. El mismo médico me recomendó realizar otros estudios.
- ¡Olga, vos me decís que me tranquilice! ¿Estás loca o qué? Vamos ya a realizar otros estudios...
- No, dejame que quiero estar acá sentada leyendo.
Lloramos, mucho. Sus lágrimas me lastimaban. Me acorde de un tango de Discépolo; lo borré; no sabía qué hacer y ella me había dicho que me tranquilizara. No sé; no tiene sentido; nada tenía un mísero sentido que yo pudiera entender. Me dije que era un inmaduro y un egoísta porque me esforzaba intentando tener el coraje de acompañarla. Juraría que si lo hubiese deseado no lo hubiese dudado.
- Okey, okey...
- Leeme el horóscopo de hoy.- A ver... Mira vos lo que salió...¿Qué, que estoy embarazada y aun no lo sé?- No, no, no me hagas reír al pepe. Escucha: una sorpresa le dará los beneficios que hacía tanto tiempo estaba buscando. En el amor: deberá ser
muy cuidadosa, más si en esta semana los contratiempos suelen causarle alguna inquietud.- ¿Un viaje? Sí, si no, no hubiese utilizado la palabra beneficios. ¿No te parece?- Puede ser, puede ser... Pero los hacemos juntos.- Vos te vas a tener que pagar la estadía.- Tengo algunos ahorros; chiquitos, pero llego. ¿Qué te parece Grecia?- Sí, pero ya he ido.- Ah, nunca me lo contaste. Ya; ya me imagino. El horóscopo tenía razón. Hablamos, del amor platónico, de lo que había dicho Tiresías y lo que le había costado decirlo, de todo, de ella y de las cosas que yo quería hacer
con mi vida, de las cosas que haríamos en este tiempo que nos quedaba juntos, de la redundancia, claro, la redundancia, la repetición o del mito del eterno retorno de Nietzche, de los filósofos que más admiraba yo, Hume, Descartes, Condillac (“sí, del juicio inmediato; es de donde partía mi consejo sobre tus pruebas existencialistas”), de la pintura romántica, de los techos góticos, de los cordones y las calles de nuestra ciudad (“amo el gris de las calles; el color azul noche”), de la ropa que solemos usar (“me
encanta combinar mi estado de ánimo con los colores; la gente ya se olvido de ese detalle, ¿no te parece?”), hablamos hasta el momento en que un hombre, morrudo, de pelo a medio camino entre largo y muy largo dijo que quisiera que le sacáramos una foto con su familia. Fue de improviso, chocante, pero la propuesta era inapelable. Me levanté de la silla y le dije a Olga que me esperara. Ella se ríe. Yo también. El hombre quería que el cuadro sea holgado dado que el número de su familia superaba los cuatro tradicionales. Voy hacer el intento, le dije y me dispuse a enfocar la cámara con zoom incluido. Cuando regresé a la mesa pensando en la cara de ese hombre la vi vacía. Olga no estaba y yo ya estaba buscándola por los hospitales. No sabía las direcciones ni siquiera cómo hacer para manejarme en esa ciudad enorme. Vi al mozo y le pregunté en ingles de principiante qué es lo que había pasado con la persona que se encontraba en la tercera mesa de la derecha, casi llegando a la quinta avenida. Okey, tranquilizate, me dije. Giré sobre mí mismo y Olga estaba ahí, saliendo del bar con una luz amarilla tenue que la hacía más hermosa que siempre. Me miró a los ojos. No podía evitar la cara de tragedia que debería demostrar mi rostro. Luego me abrazó y me dijo mientras caminábamos hacia la mesa blanca de plástico y patas de madera que yo era un tango, pero no un tango cualquiera, sino uno muy particular, donde la redundancia parece hacernos decir y reír porque simplemente, allí mismo, nos sentimos cursi.- ¿Sabes cuál es ese tango? –Me preguntó.- No –le dije casi llorando, con esas lágrimas de película porque no sabemos si contenerlas o llorar a moco tendido.- Naranjo en flor: “...era más blanda que el agua, que, el agua blanda...” ¿Y sabes qué decía el polaco?- Sí, ya sé: que vos sos un cubito, dulce, suave, refrescante; y que yo soy... un pájaro sin luz.

Latinoamérica MSN























Por Raquel Godos/ EFE Reportajes, actualizado: 28/12/2010





La Candelaria: origen y futuro de Bogotá












Fachadas de un azul intenso, duros amarillos y naranjas asalmonados colorean las estrechas calles del barrio de La Candelaria, centro histórico y cultural de la capital de Colombia, donde se fundó la ciudad y el país, que ha pasado de ser un núcleo de inseguridad y delincuencia al principal atractivo turístico de Bogotá.




Centro histórico y cultural de la capital de Colombia. Foto: Mauricio Dueñas
Las balconadas de madera, las pequeñas iglesias de impronta española y el arte callejero decoran La Candelaria, una de las zonas más bohemias de Bogotá. Pero no sólo existen reminiscencias coloniales y vestigios hispánicos. La Candelaria recoge dentro de sí influencias francesas, inglesas e italianas, desde el Palacio de Gobierno al de Justicia y al Parlamento.

Además, se ha sabido recuperar muchas de esas casas con corrala para hacer de ellas lugares dedicados a la lectura, la pintura y la conservación de la historia.



EL ORIGEN DE LA CAPITAL


El 6 de agosto de 1638 se celebró la fundación de la ciudad de manos de los conquistadores españoles, mediante la construcción de una pequeña capilla en el mismo lugar donde hoy se encuentra la Catedral Primada, en la actual Plaza de Bolívar.

Según explica el guía Fabio Quiroz, que lleva más de quince años relatando los cuentos del casco antiguo bogotano, ese lugar estaba habitado por un asentamiento indígena de la cultura Muisca, una de las más importantes de la época precolombina.

"Al iniciarse la colonia en el siglo XVI, empieza a establecerse la organización de la población como una población española y se fundó la ciudad bajo el nombre de Santa Fe por Gonzalo Jiménez de Quesada, como su pueblo natal en España", relata Quiroz a Efe.

"Bogotá" o "Bakatá" es un vocablo indígena que significa "tierra fértil" y que fue añadido más tarde para "mantener contentos a los aborígenes", al acuñarse como Santa Fe de Bogotá. No fue sino hasta la independencia cuando la ciudad adquirió el nombre que lleva hoy en día.



LA PLAZA BOLÍVAR, UN CENTRO NEURÁLGICO


El emplazamiento de aquella pequeña capilla que edificaron los colonizadores españoles fue una zona de mercado donde los indios realizaban intercambios de productos y desarrollaban la vida pública. Casi cinco siglos más tarde, ese lugar sigue siendo uno de los sitios más representativos de la ciudad, pero esta vez para albergar el Palacio de Justicia y el Capitolio.

Uno frente al otro, el Palacio de Justicia actual data de apenas dos décadas atrás, pues tuvo que ser reconstruido tras los terribles episodios conocidos como el Holocausto del Palacio de Justicia, cuando el grupo guerrillero ya desmovilizado M-19 tomó el edificio en 1985 y, tras la defensa armada del Ejército, éste terminó totalmente calcinado.

Como relata Quiroz, esta plaza ya es reflejo de una arquitectura más moderna, posterior a la independencia, donde las influencias inglesas y francesas se mezclan con los recuerdos españoles de la conquista.

El lateral donde se ubica la catedral también es donde se encuentra el Palacio Arzobispal y una pequeña capilla anexa a él, donada por un noble de la época. Sin embargo, así como el Palacio de Justicia, el Congreso y el Ayuntamiento acaparan sus aceras, en este caso la iglesia nunca lo logró del todo.

Entre la capilla y la catedral se encuentra la casa de la familia Cansino que, como narra Quiroz, nunca quiso vender su propiedad al arzobispado pese a su ardua insistencia. Hoy, abandonada, sigue perteneciendo a sus descendientes.



EL CHORRO DE QUEVEDO, DE RIACHUELO A NÚCLEO CULTURAL


Subiendo las cuestas del cerro donde se ubica La Candelaria, caminando hacia arriba por sus calles estrechas y coloridas, uno se topa con el conocido Chorro de Quevedo, una pequeña plazuela donde se reúnen artistas, estudiantes y titiriteros.

Los historiadores discuten si fue en este lugar, y no en la Plaza Bolívar, donde realmente se produjo la fundación de la ciudad, porque allí está datado el primer encuentro entre los conquistadores y los indígenas, junto a las aguas de un riachuelo.

Sea o no así, lo cierto es que allí se respira la vida cultural bogotana y es hogar de muchos de los jóvenes que estudian en alguna de las universidades que se reparten por el barrio. "Ha sido un punto de encuentro de políticos e historiadores, cuando Bogotá empezó a formarse y ahora es un punto de encuentro de estudiantes. Es fácil encontrar estudiantes de arte, tiriteros, músicos, cuenteros, pintores", precisa Quiroz.

Cuatro esculturas de un artista de la zona presidieron durante años el Chorro, representando a algunos de los personajes más pintorescos de Bogotá. Uno de ellos fue el conde de Cuchicuti, quien resultó ser un hombre obsesionado con obtener un título nobiliario: hasta fue capaz de vender un ojo para viajar a España a comprarlo, ya que carecía de sangre azul. O la loca Margarita, una fanática del Partido Liberal, que se pasaba la vida vestida de rojo, por ser el color del partido, y dando fervorosos mítines por la vieja Bogotá.

Alrededor del Chorro salen numerosos callejones donde es fácil encontrar bares de música en directo o recitales de poesía, pero el más conocido de todos ellos es el Callejón del Embudo, el lugar perfecto para encontrar una de las bebidas más típicas de Colombia, la chicha, hecha a base de maíz fermentado.


LA CASA DE NARIÑO


Antonio Nariño, uno de los próceres de la independencia colombiana y traductor de la carta de los Derechos del Hombre, es quien da nombre al actual Palacio de Gobierno, pues en otro guiño hacia el pasado, la casa del general estaba situada exactamente donde ahora vive el presidente de la República. De esta manera, "los tres poderes quedan en línea; el ejecutivo, el legislativo y el judicial", ya que el Palacio de Nariño se sitúa justo a la espalda del Congreso, precisa Quiroz.

Y es precisamente ahí hasta donde llega la ciudad... O llegaba. La actual calle seis, dirección de la Casa de Nariño, era en sus orígenes un río que ponía fin al barrio y a Bogotá.

Sin embargo, La Candelaria es un barrio que hoy crece, y cada día son más los teatros, las asociaciones culturales, las bibliotecas y las fundaciones que aprovechan esas casas coloniales del pasado para hacer del centro de la capital un lugar con mucho presente y también futuro.